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Siempre he pensado que una de las cosas que más disfruto de correr es mi tiempo conmigo, sobre todo desde que me convertí en mamá. La llegada de Matyas, hace 7 años, y luego la de Morgana tres años después, vinieron a revolucionarme la vida en más de un sentido.

Si eres mamá, sabes que la vida te cambia por completo y lo más duro al principio es lo abrumador que resulta ¡la falta de tiempo para todo! Con un bebé en casa te acostumbras a estar siempre acompañada y muy ocupada sobre todo en los primeros meses de vida. Ser mamá es lo máximo y si bien asumimos el rol con todo lo que implica, hay que aceptar que nada sabe más delicioso que unos minutos en soledad, en silencio, en paz…

Eso me regala cada carrera; tiempo con mis pensamientos y mi música, tiempo para no pensar o pensar demasiado, para escuchar mi respiración y estar conmigo.

Esa es una de las grandes razones por las que  amo correr pero ahora, en esta etapa de training mode en la que me encuentro, he encontrado un nuevo espacio en cada carrera que es distinto por que siempre lo hago acompañada.

Como ya saben, estoy de vacaciones (eternas) en el DF y todas las mañanas salgo a correr con Javi quien se ha convertido en mi cómplice o, como a mí me gusta llamarlo, mi “Training Buddie”

El es el capitán del barco y me lleva cada mañana a distintos lugares a correr; desde el primer día decidimos hacerlo sin música porque usar audífonos en plena calle puede ser peligroso, sobre todo cuando corres por grandes avenidas y tienes que cuidarte de taxistas, camiones y peatones que no están acostumbrados a lidiar con corredores.

¿Sin música? ¿Cómo haremos para correr cada vez distancias más largas sin escuchar música que nos motive?

Pues es ahí donde eso de “correr para estar conmigo” se convirtió en correr para estar con mi pareja. La empatía entre dos personas que entienden ¡la pasión por correr es perfecta! Cada uno entiende y comparte la locura del otro sin juzgar lo que a otros les parece incomprensible: levantarte diario temprano para empezar tu día corriendo, sacrificar salidas nocturnas y copas de vino entre amigos para estar listo y fresco para entrenar, escoger tus alimentos en función de tu plan de entrenamiento y una larga lista de etc. que nos definen como corredores.

He encontrado en estas tres semanas de entrenamiento que Javi y yo compartimos mucho más que eso; correr juntos nos regala un espacio como marido y mujer que pocas veces tenemos cuando están los peques alrededor. Correr juntos nos da chance de arreglar nuestro mundo, de platicar, planear, reír y regalarnos una ocasional mirada de complicidad.

Saber que nuestro objetivo es el mismo hace nuestra meta más realizable. Entrenar acompañado te da una sensación de seguridad que en solitario es difícil experimentar. Si sabes que alguien más está listo para correr es poco probable que faltes a tu entrenamiento; confieso que han habido mañanas en las que desearía quedarme en cama pero cuando Javi escucha el despertador y se levanta, sé que no tengo pretexto y sé que al finalizar el entrenamiento voy a estar más que feliz.

Sí, me fascina correr sola, pero ahora puedo decir que correr acompañada me emociona mucho pues es como si cada mañana tuviera mi “running date” y todos los días son diferentes y cada zancada a su lado es una nueva aventura.

Por lo pronto, disfrutaré de tres semanas más de citas mañaneras al lado de mi cómplice favorito y después, cuando regrese a mi bosque, empezaré a correr sola de nuevo.

Y tu, ¿ya tienes a tu cómplice?

Si te cuesta trabajo comprometerte a un plan de entrenamiento busca alguien que comparta tu pasión, alguien que tenga la misma meta que tu y verás cómo en pareja es más fácil hacerlo. A veces las mejores conversaciones y anécdotas surgen en una mañana de entrenamiento. Regálate la experiencia de correr y compártelo con alguien más, contagia el virus para que seamos cada vez más corredoras en este planeta.

 Coach M