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Hola, me llamo Roxana. Llevo corriendo un poco más de 2 años pero desde el primer día que empecé a ponerme en movimiento, todo en mi vida comenzó a cambiar, la verdad es el mejor regalo que me pude haber dado. Tengo más de un año siendo ex fumadora y prácticamente 2 años de dejar atrás el asma, aun me sigo considerando novata, me falta mucho por hacer y por aprender pero tengo infinidad de carreras 5k y 10k y soy 3 veces medio maratonista. Este año voy por el cuarto medio maratón y y me estoy preparando para debutar en el maratón.Pero hoy quiero compartir una experiencia muy reveladora que tuve en estas últimas semanas.

Todo empezo unos días antes del split 12k de adidas, (carrera que corrí el año pasado también), empecé a entrar en una lucha interna demasiado agotadora y frustrante, porque ya no quería seguir corriendo, no sé por qué me pasó pero no quería saber nada de correr, es más dejé de entrenar varios días a pesar de estar llevando un plan de entrenamiento para correr el maratón, en fin, pensé: «el sabado en la carrera voy a superar esta crisis con mi amado running, lo sé». Llegó el día de la carrera, la distancia no era tanta, en realidad 12k no es mucho para mi, digo por el kilometraje que traigo encima, y pues me levanté e hice todo mi ritual que hago antes de una prueba: bañarme, desayunar,alistar toda la indumentaria, mentalizarme y la verdad, sin muchas ganas de ir, hasta mi esposo se dio cuenta de que algo pasaba porque dijo que solo le hablé una vez para despertarlo cuando siempre le estoy hable y hable hasta que despierta para que me lleve a la carrera (él es mi apoyo incondicional y siempre está conmigo y me lleva a las carreras aunque él no corre nadita).

Llegamos a la carrera después de unos besitos y un «échale ganas», fui a hacer pis y de ahí me coloqué en mi bloque. Traté de calentar, cosa que no se podía por que el bloque, como siempre, estaba repleto de corredores. La verdad no tenía nada de ganas, ni buena actitud ni nada de nada, empecé a pensar: «no debí de haber venido» pero bueno ya estaba ahí, preparé mi playlist, puse una rolita a todo volumen que me gusta escuchar minutos antes de… Es como mi ritual y puse la app que uso para marcar mis kms, llegó el disparo de salida y ahí empezó una gran batalla dentro de mí, mi cabeza me traicionó, comencé a pensar «qué hago aquí, 12k es mucho, no voy a poder bajar mi tiempo, no voy a aguantar», fue una batalla campal donde esa Roxana que no me gusta estaba apunto de ganar y a eso hay que añadirle que mi smartphone se empezó a volver loco, no me funcionaba bien, aparte de ir peleando conmigo misma, tambien iba peleando con esa cosa (ahí escuchaba la voz de mi hermano también corredor y mi medio coach, que es enemigo de ir oyendo música y usar artefectos para correr, que me decia: «pero cómo te gusta llevar esa chingaderas cuando corres»).

Así se fueron 5k, los peores 5k de toda mi vida como corredora, pasando el km 5, llevaba un ritmo muy lento (comparado con mi ritmo de carrera, sobre todo por que según yo quería mejorar mi RP), estuve a punto de tirar la toalla y regresarme caminando por donde llegué así de plano, pero hubo algo que no me permitió detenerme, escuché esa voz que me decía «a eso veniste, ¿a conformarte? ¿ derrotarte? ¿para eso pagaste? ¿para eso te levantaste a las 4am y despertate al chaparrito (mi esposo) para que te trajera?, ¿para eso se levanto tu hijo a despedirte y decirte «échale ganas mamá»?, ¿para eso te levantas todos los días a entrenar y para eso te paras esas madrinas? Si no estás dispuesta a dar todo ¿a qué fregados veniste entonces? «Así que deja de hacerte mensa y a darle que aun te faltan 7km», y pues agarré mi celular, lo apagué (con ganas de agarrarlo y aventarlo), adiós audífonos y a meterle pata, me dije: «ni modo, ya no espero bajarle mucho, con que sea un minutito me conformo».

Me fui y traté de agarrar mi ritmo, llegué al 10k y dije «ya solo 2 más, aguanta» pero por más que corría y aceleraba no veía el km 11, decía: «ya se tardo el 11, ¿dónde está? me pareció un km de 2km, de lo largo que se me hizo y al fin apareció, ya de ahí hasta que vi a lo lejos la meta, ¡a cerrar con todo! Mi sorpresa fue que al ver el cronómetro bajé más de lo que esperaba y me dije: «¡siiiiii!!» y subí mis manos para alcanzar a acariciar un poco el cielo con las llemas de mis dedos, crucé la meta y me puse a llorar ( pero no de satisfaccion y orgullo) mis lágrimas fueron de que ya estoy cansada de todo eso, pensaba: «me siento muy mal, muy cansada, ya no quiero sentir esto, ya no quiero seguir corriendo, no lo necesito, ya no puedo, ya no quiero».

Llegué con mi esposo y me puse a llorar más, ya no queria seguir, estaba cansada, harta de tanto esfuerzo, de gastar tanto en carreras y ¿para qué? Mi esposo me dijo que es solo el esfuerzo para estar bien, sentirme y verme bien, que siguiera adelante y contesté: «no sé, tal vez venda las inscripciones para el maratón y el medio que tengo y tan, tan. Tengo que pensar mucho y por el momento no quiero saber nada más de correr.

Así pasó otro día más, llegó el lunes, decidí no parar más y seguir adelante, tenía que trabajar por cumplir un sueño que es ser MARATONISTA. Un día le pregunté a mi hijo que qué pensaría de mí si dejaba de correr, él solo me contesto: «nada mamá, pero si dejas de correr no vas a realizar tu sueño», así que decidí seguir adelante. Pasaron unos días y poco a poco fue regresando esa sensación de satisfacción, de placer, de felicidad, de querer seguir hasta que el cuerpo aguante. Lo que me pasó yo lo tomo así como en toda relación, hay altas y bajas, yo tuve una muy baja con mi amado running, pero cuando el amor es verdadero, se retoma con más fuerza y más sólida se vuelve y así me pasó.

Ahora sigo con más fuerza y más compromiso conmigo misma, porque al final no estoy corriendo para nadie sino para mi misma, para ser mejor de lo que era ayer. Esto solo me hizo entender que tú eliges tirar la toalla o seguir adelante, toda esa lucha interna que fue solo para reforzar que no quiero ser esa persona que era hace unos años antes de conocer el running y que a pesar de todas mis dudas, siempre va a ganar la mejor versión de mi misma, aun que esa carrera no fue muy pesada ni mucha distancia, acabé toda dolorida y cansada y eso duro varios días, porque el esfuerzo más que físico fue mental, aparte querer retomar mi ritmo de carrera fue maás grande de lo que pansaba. No corro para ser mejor que nadie, ni sentirme mejor que nadie, solo corro para superarme a mi misma y ser mejor de lo que fui ayer, para tener la voluntad de terminar todo lo que empiezo, de decir si quiero para poder hacerlo, de creermela aunque los demás no entiendan y critiquen, me digan adicta, loca, apasionada, hasta que de verdad corres por amor (por amor a ti mismo), por gusto, por sentirte feliz, libre, por ser un buen ejemplo para los que vienen atrás, por no ser la persona que era antes, con eso me van a poder entender.

Y ahora lo que me queda es seguir entrenando para ese gran sueño que hoy por hoy es mi gran meta, mi objetivo y aun que estoy llena de miedo porque sé que un maraton no es cualquier cosa, sé que soy capaz, que con determinación y compromiso conmigo misma voy a alcanzar esa meta y voy a tener la satisfaccion y el orgullo de un día no muy lejano, levantar mis brazos y gritar «SOY MARATONISTA».

SOY ROXANA, SOY FUERTE, TENGO DETERMINACION, VOLUNTAD, CONSTANCIA, DISCIPLINA, AMOR, PASIÓN Y POR QUE YO Sí ME LA CREO… ¡SOY CORREDORA!

Les dejo una frase que leí en algún lado que me encantó y ese va a ser mi lema de ahora en adelante «SI PUEDES AGUANTARLO, PUEDES LOGRARLO» y NOS VEMOS EN EL MARATON!!