Correr me ha salvado en mis peores momentos: Sarahí Zamarripa
Correr me ha salvado en mis peores momentos: Sarahí Zamarripa

Mi nombre es Sarahi Zamarripa, soy de Veracruz, Veracruz, soy mamá de 3 niños hermosos, dos de ellos viven conmigo y uno está en el cielo, soy maestra y me gusta correr.

Tal vez no haga excelentes tiempos en las carreras pero definitivamente corro por puro gusto y amor, nunca por obligación y les voy a contar cómo empezó mi amor por el running.

Después de varios intentos por tratar de ser «fit», de intentar miles de cosas para estar en forma, un día empecé a sentir un fuerte dolor en la espalda acompañado de fiebre. Me sentí muy mal mientras daba mi clase y no pude más, el dolor era cada vez más fuerte, me fui al hospital y para no alargar la historia, me atendieron después de varias horas.

Resultó que tenía cálculos en la vesícula, me solté a llorar porque para mí era imposible que a mi edad (en ese entonces 31) yo estuviera con esos achaques. Lloré porque también pensaba que si me enfermaba quién se iba a ocupar de mis hijos, quién trabajaría y sobre todo, quién me cuidaría a mí, si yo era la que se encargaba de cuidar a los demás, en todo lo que pensaba era en los demás y no en mí (en ese momento de mi vida yo estaba casada).

Recuerdo que ingresé al área de urgencias y le marqué al que en ese tiempo era mi esposo, para informarle que me quedaría hospitalizada, un poco «angustiado» me alcanzó en urgencias. Yo estaba en una camilla con suero y medicamento, recuerdo bien que lo primero que pregunté fue hasta cuándo estaría ahí y a qué hora me darían de alta, tiempo después me enteré que ese día le había arruinado su plan con una mujer; pero bueno, después de varias horas me dieron de alta justo a tiempo para que él pudiera ver su partido de futbol aunque sea en casa.

Al otro día acudí con el especialista y él se encargó de calmarme y explicarme todo lo necesario para poder estar mejor y sobre todo, evitar una cirugía pues yo seguía pensando en los demás (una cirugía iba a quitarnos tiempo y ¿quién se ocuparía de los niños?). Me indicó una dieta especial y ejercicio, me aconsejó bajar de peso pues eso no ayudaba en nada a mi salud.

Fue tan fuerte el dolor que llegué a sentir en esa ocasión que no me fue difícil cambiar de hábitos alimenticios, lo complicado era ese espacio y ese momento para poder hacer ejercicio y fue cuando me di cuenta que en el día, había un momento por la tarde en la cual tenía libre 40 minutos y por donde vivía en ese entonces, había un colegio que abarcaba toda una manzana completa. Siempre que pasaba por ahí veía personas caminando o trotando, así que se me ocurrió empezar a correr y yo muy valiente me fui como si fuera una corredora con experiencia. No alcancé ni a correr media cuadra cuando sentí que me faltaba el aire, veía a señoras mayores que yo caminando a paso rápido y dejándome atrás, y pues ni modo, tenía que seguirlas caminando porque tampoco me iba a regresar tan rápido a mi casa.

Con el tiempo iba intercalando trote y caminata y empecé a leer sobre el tema. Bajé mi aplicación de Nike Running y me di cuenta que la vuelta a la manzana completa era justamente 1 km. El día que pude correr todo 1km sin pausa y aunque el tiempo no fue tan bueno (7″50), para mí fue un gran logro y quería ir por más. Quería lograr más distancia y se me metió esa idea en la cabeza.

Justo en ese tiempo me mudé de casa y cerca había un lago con pista, eso fue una señal de que no podía dejar de correr, así que continué haciéndolo. Los fines de semana me levantaba temprano antes de que despertaran mis hijos para que su papá pudiera cuidarlos mientras yo corría, empecé a notar cambios en mí, en mi piel, mi complexión, mi seguridad pero sobre todo en mi autoestima.

Mis compañeros de trabajo empezaban a notar los cambios y me comentaban que me veía bien, lo mejor de todo es que me sentía bien. Al poco tiempo había bajado unos 8 kilos, no había sentido ningún malestar, me sentía bien conmigo misma, me sentía segura y sobre todo, empecé a quererme mucho y después varios años mi matrimonio llego a su fin. Sin entrar en muchos detalles fue una relación que no me hacía sentir acompañada, respetada pero sobre todo amada.

Obviamente lloré y sentí que se acababa el mundo, pero eso solo me duró una semana porque le marqué a mi abogado para saber qué debía hacer para poderle dar fin a ese ciclo de mi vida. Había invertido mucho tiempo en él y me olvidé de mi, no quería pasar el tiempo llorando por alguien que un día dijo que no era feliz y se fue.

Llegó el verano y en esas vacaciones hubo una carrera. Debo confesar que lo que más me desagradaba de la separación, eran esos tiempos donde debía compartir a mis hijos, pero ocupaba los fines de semana para irme a correr temprano por las mañanas y el resto del día dedicármelo a mí, así que un buen domingo por la mañana corrí mi primera 10K. Con mucho miedo a no llegar, corrí y llegué a la meta, me sorprendí que cuando terminé todavía había más personas llegando después de mí y yo pensé que sería de las últimas. Esa carrera para mi es memorable porque vencí miedos y me atreví a seguir adelante. 

Pasarón los días y yo me encontraba acomodándome con mis hijos en nuestra nueva rutina, en donde solo éramos ellos y yo durante la semana, sin embargo, el más chico de mis niños, de tan solo 3 años recién cumplidos, enfermó y en un día todo mi mundo se vino abajo. Estábamos en el consultorio de un hematólogo y nos explicaba el posible diagnóstico pero para mí, era como si hubieran puesto mute en ese momento de mi vida, de nuestras vidas y con lágrimas en mis ojos, volteaba a ver a mi hijo que ya se había quedado dormido en el sofá del consultorio y su hermano lo cuidaba , los miré fijamente y no paré de llorar.

El doctor mandó a hacerle estudios para descartar el diagnóstico de Leucemia linfoblástica Aguda, dichos estudios demoraban de 3 a 5 días en dar los resultados, habíamos aplazado su fiesta de cumpleaños por el divorcio y justamente el día que era su fiesta, él se encontraba muy mal y decaído, se la pasó en mis brazos durmiendo. Cuando acabó la fiesta nos llamaron para decirnos que ya estaban los resultados, fuimos por ellos y buscando entre tantas hojas de papel con muchos datos que no entendía, había una hoja con un apartado que decía «leucemia linfoblástica aguda precursor B». En ese momento mi cerebro se activó y empezó a organizar un plan, acomodando a los hermanos con la abuela, avisando en mi trabajo que necesitaba unos días, y así empezó una lucha por vencer ese cáncer.

Mi hijo comenzó con su tratamiento y en un par de meses había alcanzado remisión pero debía seguir con cuidados. Recuerdo que se aproximaba enero y venía el medio maratón de Veracruz, decidí inscribirme y correrlo. Esos kilómetros fueron una catarsis para mi, llegué a la meta y solté unas lágrimas pero fue una gran experiencia. Muchas personas no creían que pudiera correr un medio maratón pero en realidad esa carrera o todas las carreras que he corrido, nunca han sido para demostrarles a los demás que si puedo, han sido para mí y por mí. 

No fue nada fácil, nada, y si piensan que su papá regresó con nosotros, no fue así, luchamos 2 años contra esa enfermedad, semana tras semana era ir a quimios, semana tras semana era ir al hospital, cargarlo, subir y bajar escaleras, salir de mi trabajo e irme al hospital cuando le tocaba internamiento, partirme en varias partes para poder trabajar, ser mamá de mis otros hijos, cumplir con mi trabajo para poder seguir teniendo seguro y  prestaciones, esperar y esperar a que hubiera cupo en el área de hematopediatría, asistir a los eventos de mis hijos y regresar al hospital, en fin, hicimos amistades (mi hijo y yo) que se convirtieron en familia, el hospital resultó nuestra segunda casa y cuando había tiempo, me tomaba 40 minutos para mí.

Regresé a vivir con mi mamá y me iba a correr al boulevard, me dediqué a mejorar nuestra alimentación, lo que menos quería es que cualquiera de nosotros enfermáramos. Cuando estábamos en casa y mi hijo veía que me alistaba, me preguntaba si iba a correr, le decía que sí y él me contestaba que de grande él también lo haría, le gustaba que corriera y me decía que quería ser muy veloz para correr.

Lamentablemente Roger no pudo lograr ser el más veloz, pero para nosotros, su familia, ha sido el niño más valiente y lleno de vida que hemos conocido y conoceremos. Mi mayor maestro de mi vida, mi hijo, mi ejemplo a seguir para levantarme todos los días, para esforzarme por ser mejor, por dejar los miedos atrás y para soñar en grande. Porque aún con dolor se puede ser feliz, sonreír y disfrutar de esta vida.

Obvio hay momentos que siento que no puedo más, pero Paulina y Rodrigo hacen que tenga esos pies en la tierra y me hacen ver que no soy la única que lo extraña, pero que tenemos que seguir adelante y hacer memorables nuestras vidas en honor a su hermano menor, la verdad, soy bendecida con cada uno de mis hijos.

Este año volví a correr el medio maratón de Veracruz porque el año pasado no me sentí preparada, ya que mi hijo tenía pocos meses que acababa de irse al cielo y también tuve una lesión. No sé si les pase a ustedes cuando hacen carreras largas, pero en el camino me vienen imágenes de mi vida tanto lindas como tristes y he llegado a sentir que se me cierra la garganta, aún no he corrido un maratón pero pienso prepararme para hacerlo en algún momento de mi vida, pero si con medio maratón me he llegado a sentir identificada por los momentos que he vivido, con un maratón no me quiero imaginar la sensación que tendré al llegar a la meta, la pienso vivir. 

Por ahora correr un medio maratón es lo que he aprendido de la vida, hay momentos de altas y bajas, a veces te sientes imparable, segura de ti misma pero existen momentos en los que piensas que ya no puedes más. Sin embargo, de repente recuerdas cómo y porqué empezaste todo, y vuelves a echarle ganas, llegas a sentirte cansada, pero visualizas en la meta a tu mayor inspiración (mis hijos) y lo logras. 

Correr me ha dado la paz necesaria para poder escapar de momentos de tensión, de tristeza, de agotamiento, para aclarar mis ideas cuando no encuentro solución, me ha hecho ver lo que soy capaz de lograr, ser más disciplinada y sentirme bien, pero lo más grandioso de cuando salgo a correr es que corro debajo del cielo y es cuando más acompañada me siento.