- No dejes de comer. Al reducir drásticamente las calorías que ingieres, tu metabolismo trabajará más lento para evitar quedarse sin energía. Esto se traduce en que tu cuerpo está haciendo todo lo posible para no perder peso como creerías.
- Elige tus snacks. Como nuestro apetito cambia por el ciclo hormonal, puedes probar de todo, pero no comas siempre lo mismo. ¿Tienes antojo de chocolate? Prueba un poco, no te acabes la barra completa. Elige unas jícamas con limón y chile en lugar de una papas fritas.
- Entrena por las mañanas y haz ejercicios de fuerza. A esa hora no solo quemas grasa, también mantienes acelerado tu metabolismo todo el día. Además, al entrenar con pesas o de forma funcional tres veces por semana, vas a necesitar quemar más calorías para sobrevivir, se acelera tu metabolismo, tu músculo requiere más agua para mantenerse y pierdes más grasa.
- Realiza de 5 a 6 comidas diarias. ¡Con esto no vas a engordar! Al contrario, el truco está en comer la misma cantidad de alimento pero por partes, es decir, varias comidas pero pequeñas. Con esto aceleras el metabolismo, mantienes saciedad y evitas la ansiedad por comer.
- Toma más agua. Aunque parezca tema trillado, mientras más agua bebas menos líquidos retendrás. Lo ideal es que tomes al menos 2 lt diarios y aumentando hasta 3lt si tu entrenamiento diario es mayor a una hora.