Entender a una corredora

Entender a una corredora no debería ser tan complicado. Aunque claro, si no practicas este deporte, puede que te sorprendas con nuestros hábitos. Después de más de 25 años corriendo, aquí te dejo algunos consejos que funcionan para tener una buena relación con una corredora.

  1. Somos estrictas con nuestra hora de dormir. La mayor parte de las corredoras nos levantamos muy temprano. Algunas desde las 4am ya estamos pensando en lo que vamos a hacer ese día porque manejamos un ritmo más acelerado y una organización más precisa y detallada que alguien que no corre. La hora de dormir es casi como el horario de un niño, a las 10 pm ya estamos en pijama porque al otro día un entrenamiento nos espera. Este es un hábito donde desarrollamos la disciplina y nos encanta.
  2. Comemos para nutrirnos. Al decidir objetivos de carrera, los hábitos alimenticios cambian como resultado de las exigencias del entrenamiento. Nosotras no estamos a dieta, cuidamos nuestro cuerpo al cual vemos como la máquina que nos lleva a conseguir nuestras metas. Simplemente decidimos comer saludable porque sabemos que eso nos ayuda a mejorar el rendimiento y por lo tanto, nos da la oportunidad de correr más y mejor. En una casa es perfectamente normal tener dos despensas, la de los que no corren y la de la corredora.
  3. La forma de comprar cambia. Las corredoras estamos interesadas en calzado deportivo, tops, t-shirts, gorras, tights, viseras, guantes, gorros, lentes para correr, relojes, carreras en otras ciudades o países, pago del gym o del coach, accesorios y hasta en el bloqueador más eficaz, entre otros. Algo de esto sería un gran regalo, por cierto. Destinamos una buena parte de nuestro presupuesto mensual para nuestro deporte.
  4. En las vacaciones siempre buscamos una carrera. ¡Si hay una carrera dentro del plan vacacional, mejor! Si alguien quiere hacer feliz a una corredora, que haga caso a esta recomendación. Para nosotras no solo es una manera de unir a alguien como pareja, de pasar tiempo de calidad con la familia o con los amigos, es una forma de demostrarnos que somos importantes y nosotras queremos compartir nuestro esfuerzo y contagiar nuestra felicidad.
  5. No se puede dejar de correr. A ninguna corredora se le puede pedir dejar de correr, si le dan a escoger de verdad la ponen en un dilema y hay muchas más posibilidades de que elija lo que los otros no querían. El momento de correr en nuestra vida es intocable, preferimos negociar horarios y días a que tengamos que abandonar nuestra pasión.
  6. Cambia la percepción de los problemas. Una corredora sabe que nada dura para siempre, lo ha aprendido y practicado en las carreras, por ello, es común que enfrente con más tranquilidad los problemas y desafíos de la vida. Estamos acostumbradas a los retos y a superarlos, así que siempre buscaremos soluciones para enfrentar lo que consideramos “otra carrera más”. Eso sí, que los demás se acostumbren a que todo lo comparamos con correr.
  7. Tenemos un umbral del dolor más alto. ¿Se han dado cuenta que cuando esa relación se rompió, lo que nos secó las lágrimas fueron los kilómetros acumulados. Damos lo mejor de nosotras a nuestros más allegados porque eso lo aprendimos mientras estuvimos entrenando para una prueba, que si no damos lo mejor, sabemos las consecuencias en nosotras y en los que están cerca. ¿Han visto que aunque las ampollas nos duelan, estamos felices porque ellas son el resultado de un logro inolvidable en nuestras vidas?. Vivimos el momento pero siempre estamos pensando en superarlo y en vivir una experiencia diferente. Pero que quede claro, la vida ordinaria no es para nosotros.
  8. El miedo se vuelve nuestra motivación. Aunque parezca que no tenemos miedo, sí lo tenemos, pero lo convertimos en nuestro motor para hacer cosas. ¿Ustedes creen que no nos da miedo un maratón o una distancia que no hemos experimentado? Claro que sí, pero armamos un plan que nos de confianza para llegar muy fuertes a la prueba pero sobre todo, lo cumplimos. Cuando cruzamos la meta, nadie se acuerda de que tuvimos miedo.
  9. Somos más felices, nos aceptamos y amamos lo que hacemos y lo querems compartir. Las endorfinas y la cantidad de hormonas que liberamos cuando corremos nos ponen de buen humor y aceptamos nuestra condición humana y aprendemos a reconocer nuestro poder. A veces utilizamos a correr como terapia para cambiar lo que no nos gusta y hemos hecho de nuestro entrenamiento nuestro momento de meditación. Esto se aprende en los entrenamientos y carreras. Y claro está, queremos compartir esta pasión con todo el mundo.

¿Lo han experimentado? Yo sí.

Sonia Chávez

@sonitachavez

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