A mi me gusta tener amigas poderosas…
Juré que mis años de secundaria habían acabado, hacía ya muchos años cuando conocí a una chica verdaderamente feroz. Cualquier cosa que yo hacía, decía o en la que destacaba era escrutada con una profunda nimiedad y desmenuzada en nuestro grupo de pares, totalmente fuera de contexto y de forma negativa.
¿En serio, a mi edad aún era posible que encontrase ese tipo de actitudes en otras mujeres?
No soy ajena a estas situaciones, me creía experta en ellas. Cursé mis primeros 15 años de estudios básicos en una escuela de monjas solo para chicas. Hasta el momento en que me topé con esa chica, sostenía firmemente que yo tenía un doctorado en detectar a las envidiosas, no fue así.
Las mujeres, no lo neguemos, somos por regla general muy competitivas y a veces no en buena lid.
Con la firme creencia de que la gente es básicamente buena hasta que te demuestra lo contrario, decidí asumir que había tenido la mala fortuna de toparme con una adolescente treintona, pero que la cosa en general entre mujeres no tenía porque ser así.
Y tuve razón…
Mientras más pasaban los años en esto de correr, me fui encontrado con nuevas amigas: fuerza, estamina, determinación, enfoque, ansia de triunfo, parecían ser los valores en común de este nuevo grupo de amigas.
Me fui topando con mujeres con almas de acero, todas con historias y rendimientos deportivos distintos, pero con un común denominador: generosidad de espíritu.
Conforme más convivía con ellas , compartíamos regaños del entrenador, ánforas de hidratación, metas, récords personales, entrenamientos malos, carreras muy buenas, abrazos entrañables en la línea de meta, una palabra de ánimo en las lesiones y hasta un regaño fraterno cuando alguna bajaba las manos, me fui dando cuenta que el tipo de amistad que a mí me gusta es con la gente poderosa.
Y no estoy hablando del poder político o el poder económico, me refiero a los espíritus capaces de sobreponerse a las más diversas situaciones, a los que no se rinden nunca hasta alcanzar su objetivo y que además, en un acto de profunda generosidad te transmiten esa fuerza mágica para lograr tus propios objetivos.
La amistad con chicas ironman, triatletas y maratonistas es única, es un regalo muy especial de la vida, porque son chicas muy competitivas, sí, pero con ellas mismas, siempre luchando por alcanzar sus metas, superarse a sí mismas.
Cada vez que emprendo el camino hacia la meta, sé que algo de su propia fuerza va en mis piernas y en mi espíritu:
De Gloria Herrera (triatleta de pódium y ex seleccionada nacional), “la guerrera”, me llevo el espíritu de no te pares y la sencillez impresionante en el momento del triunfo.
De Marisol Ortega (sexta absoluta en su debut en maratón), una capacidad de enfoque que parece no tener límites y una gran capacidad de escucha.
De Itzel Pérez Serrano, “Titi”, me llevo ese empuje para dar siempre más, tiene un don para leer mi pensamiento, en cuanto empieza a cruzar por mi cabeza la idea de bajar la guardia en un entrenamiento, recibo un grito de su parte.
De Eyi (a ella la apodo Su Majestad) López Veana (triatleta, seleccionada nacional y octava en su debut en Ironman 70.3), me llevo la serenidad ante la tempestad. Esta mujer es capaz de mantenerse impávida y enfocada pase lo que pase.
De Maythe Jimenez (maratonista), me llevo los brazos abiertos para abrazar con alegría venga lo que venga, sin importar lo que la vida le ponga frente a ella.
De ellas aprendí que una mujer de verdad, una que lo es en la extensión total de la palabra empodera a otra mujer, competir, competir… eso es cosa de chicas.
Por eso lo mío, lo mío, es tener amigas poderosas…
Dafne Tenorio es periodista y corredora de Puebla. @DafneTenorio
Te invitamos a que escribas la historia de tus amigas que te han inspirado.