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Debo de reconocer que siempre tuve una vida sedentaria, fui madre soltera muy joven y por eso tuve que trabajar y estudiar, así que mis comidas debían ser rápidas y nada saludables, tacos o tortas, porque me la vivía corriendo.

Mi inicio en el running fue por una promesa que le hice a mi mamá cuando le diagnosticaron cáncer de mama, en una de sus quimioterapias vimos en la tele el anuncio de la carrera de «Nosotras Corremos», le dije: «mami, te prometo que si haces todas tus quimioterapias, yo corro el próximo año esa carrera». Lamentablemente mi mami no pudo ganarle la batalla al cáncer, pero le hice una promesa y la iba a cumplir, llego el año 2011 y me inscribí, jamás había corrido siquiera 1k, todos mis amigos decían que el camión iba a pasar por mi, que no podría correr tanto.

Me inscribí al gym, empecé hacer ejercicio, ir al bosque de Chapultepec y caminar y correr porque no podía más, pero para mi sorpresa fue una gran terapia, me hizo sentir poderosa, pensé si podía correr podía hacer cualquier cosa. La carrera fue cerca del cumpleaños de mi madre, por ello se convirtió en especial, me hizo sentir que teníamos una cita, donde podemos volver a unirnos como lo hicimos en el año que duró su tratamiento.

Nosotras no contábamos con una relación “sana” por diferencias de creencias, cuando decidimos emprender la guerra contra el cáncer, aprendimos a conocernos, entendernos, nos perdonamos, lo más importante fue respetar nuestras decisiones. Creía que cuando perdiera a mi madre, perdería el faro que guiaba mi vida, pero no ha sido así, la siento en cada pisada conmigo, en cada decisión importante, en situaciones tristes me ha ayudado a ser fuerte, no está conmigo físicamente, pero vive en mis recuerdos. Algunas veces me escuchan hablar a solas; no estoy loca, es que platico con ella. Les digo que están equivocados cuando piensan que estoy sola, y por favor, jamás me digan; “ ya no tiene mamá» porque si abren bien los ojos, aquellos que ven más allá de la materia, la verán caminar y correr junto a mí, al ritmo de mis pasos, al ritmo del latir de mi corazón.

Gracias a ella me enamoré del running, tanto que este año haré mi primer maratón y llevo varias carreras de 10k y 15 medios maratones. Es una cita que tengo con ella cada vez que cruzó una meta. Los kilos desaparecieron en cada kilómetro que me devoré durante mi camino. Yo sé que aquello por lo que quería a mi madre no morirá jamás. Sé que la muerte no destruye nada; rompió, sí, el hilo que nos unía a las dos, pero nada destruyó lo que es ella “No vive menos en mí, de lo que vivió mientras vivía”. Mi heroína soy yo.

Ivonne Morales