Empecé hace dos años a correr, jamás en mi vida lo había hecho; mi esposo me animaba pero lo veía como imposible así que lo tomé como un reto personal y también para dar ejemplo a mis hijos de que con disciplina y constancia se puede lograr una meta. Después empecé a sentirme muy cómoda con las distancias y ya se había hecho mi pasión, investigué carreras y me topé con los ultra maratones; ahí decidí hacer uno que fue en Costa Rica, el Q50 de 86kms en cual saqué el segundo lugar femenino a pesar de perderme por varios kilómetros.
La verdad es que no se me complica mucho lo de ser mamá y corredora gracias a mi familia que también me apoya pues lo coordinamos con mi esposo. Entre semana me levanto muy temprano a preparar a mis niños y llevarlos a la escuela, de ahí me voy a entrenar de 2 a 3 horas, regreso a arreglar y hacer comida, después llegan mis hijos de la escuela y ya soy toda para ellos, checo tareas, los llevo a hacer deporte y hasta la noche se acaba mi día. Los fines de semana me levanto de madrugada a entrenar para cuando regreso ellos apenas despiertan y como ahora que estoy en carreras, mi madre me apoya junto con mi esposo somos un gran equipo.
Cuando voy a las carreras ¡voy con todo! Me concentro y eso es gracias también a que mi esposo me ayuda a poner orden a lo que llevo en el viaje y las cosas para la carrera, pero hay veces que otras salen de imprevisto y me las tengo que ingeniar, por ejemplo, en la carrera del Sahara Race en Jordania, me faltó equipo y estábamos en la ciudad de Petra donde no hay casi tiendas y mucho menos deportivas así que tuve que salir y pedirle a un señor que me vendiera un gorro, lo mas chistoso es que no me entendía, pero logré arréglamelas y conseguí parte del equipo pero aun así me hizo falta y me penalizaron con tiempo, lo cual no fue obstáculo para mi pues estaba decidida a estar entre las primeras y llegué en 4º lugar del cual me pasaron a la posición 6 con la penalización. Ahí también me di cuenta de lo serio que llevan la organización de estas carreras, ya que el check list es muy minucioso… y al final, ¡todo es para nuestra propia seguridad!
Para la segunda carrera de 4Desert, el Gobi March en China, ya había aprendido la lección después del Sahara y esa vez que ya tenía todo el material exactamente como lo requieren los organizadores ¡mi maleta no llegó! Lo bueno fue que organicé mi llegada, casi una semana antes de la carrera para poder adaptarme bien al clima y la altura ¡pero la maleta seguía sin llegar! No les digo el estrés y la frustración además la aerolínea nunca ayudó. Me las tuve que ingeniar, pedir ayuda a otros corredores ya que después del Sahara se creó, sin querer, un grupo con los demás corredores que también iban por el Grand Slam. Ahí me di cuenta que sí existe un compañerismo muy fuerte en este tipo de competiciones. Nunca me quise rendir y al final pude ganar esta carrera.
Para Atacama Crossing en Chile, fue la carrera donde trabajé más la parte mental pues desde el primer día y a los 100 metros del punto de salida, me torcí el tobillo al grado de no poder dar otro paso, pero me esforcé los primeros 20 kms porque iban tres chicas delante pero a partir de ahí ya no soporté el dolor y tuve que tomar rápido la decisión de caminarlo hasta llegar al primer campamento. Cuando llegué traía muy mal el tobillo y los doctores estaban sorprendidos de todo lo que aguanté, me preguntaron si quería abandonar. Sin pensarlo, les dije que ¡NO! Sabía que ya no podía ganar esta carrera, pero sentí también que tenía fuerza para seguir adelante, transformar el dolor en motivación y ahí cambié de reto; ahora me tocaba terminar la carrera. Alterné entre caminar y trotar y el paracetamol ya no hacía efecto pero aun así saqué 4ª posición general femenil y primer lugar en mi categoría de 30 -39 años. Al final de la carrera todos me aplaudieron bastante porque no pensaban que iba a terminarla.
Esa vez sí tenia un dilema, estaba lastimada y en dos semanas empezaba la última carrera: The Last desert en la Antártida… ¿se curara a tiempo mi tobillo?, ¿cómo me voy a acomodar al clima?, ¿cómo voy a correr con el equipamiento para la Antártida? (zapatos muy diferentes con crampones, pantalones pesados, chamara, etc) Estar solo una semana con mi familia fue criminal, la verdad fue muy difícil, verlos e irme otra vez, pero todos me ayudaron mucho a no sentirme mal, mi esposo, mis hijos me animaron para terminar este reto de los 4 Desiertos, ya que ellos más que nadie saben lo importante que era para mi terminarlos.
Salí para Ushuaia casi una semana antes de la carrera para poder aclimatarme, ya que vivo en Playa Del Carmen donde la temperatura nunca baja de los 25 grados y ahora iba a correr en la Antártida. También quise aprovechar esta semana para ver y probar otro tipo de equipamiento y material. Llegando a Ushuaia tuve el placer de conocer en persona a Bety Camiade, ya hablábamos por correo y teléfono ¡es una gran persona! Compartimos el hotel los días antes de subir al barco para empezar la gran y última aventura.
Ahora que tenía el frío “casi” bajo control, empezó la pesadilla de todo los competidores: ¡el barco! El cual se movía horrible, me sentí en la película de la tormenta perfecta. La pasamos vomitando, mareados y esto que teníamos un parce súper especial que supuestamente hacia milagros…¡realmente muy mal! Además el clima empezó a ponerse feo y tuvieron que cambiar de ruta varias veces, cancelaron y pospusieron varias etapas.
Pero cada vez que me sentía mal, que tenía frío, mareada o frustrada porque se cancelaba o se posponía una etapa, recordaba que esa era la última carrera y que estaba muy cerca de lograr mi sueño, uno que me llevó hasta aquí, un sueño que involucró la ayuda de muchas personas, pensaba en mis hijos y lo orgullosos que se sienten cada vez que regreso con una medalla, todos los sacrificios que hicimos para poder agendar estas cuatro carreras en el mismo año, a la gente que no conozco directamente pero que se inspiran con mis carreras y no iba a dejarlo por nada, ¡no llegué hasta el final del mundo (así llaman a Ushuaia) para rendirme!
Además el ambiente entre los competidores fue muy positiva, competimos pero nos respetamos, nos ayudamos, aprendemos uno del otro, aprovechamos estos momentos entre cada etapa para también conocer sobre la cultura del otro, a veces no hablamos los mismas idiomas pero nos entendemos mejor que nadie. La verdad es algo que en pocos deportes había visto antes, un sentimiento de que todos estábamos ahí para primero competir con nosotros mismos y después con los demás.
La carrera me salió perfecta, si hubieron muchas dificultades al correr en la nieve, pero a veces tu pies se hinchan varios centímetros, el viento te hace sentir que no avanzas, el frío te congela, pero levantas la vista y vez un panorama que nuca pudiste imaginar, los pingüinos de un lado, las focas del otro, los icebergs… increíble, más para mi que vivo en el Caribe Mexicano y aunque había visto un poco de nieve en Bélgica, esto eso era la máximo.
Desde la primera etapa hasta la última pude mantener la camisa amarilla, esa que dice LEADER. Siempre aprendí que cuando estás cerca de tu meta es donde más debes concentrarte, dar lo máximo y esta vez no era la excepción. Sabía que me faltaba poco para poder cumplir mi meta y eso me dio unas alas para correr muy bien y muy rápido en estas circunstancias.
Por las condiciones extremas del clima se cancelaron dos etapas y al final no corrimos los 250 km, pero la satisfacción fue enorme, saber que ya lo hiciste era algo increíble, sobre todo que un año antes fue donde todo se decidió, dos años antes NO corría y tres años antes di a luz a mi cuarto bebé: Kyra.
La vida va muy rápido a veces, asegúrate que todos los momentos sean preciosos porque el tiempo no nos espera.
Isis Breiter