Historias que inspiran. Nadie enciende una lámpara y la pone en sitio oculto, ni bajo el celemín, sino sobre el candelabro, para que los que entren vean el resplandor.

Lucas, 11,33.

Creo que la mayoría de los seres humanos estamos hechos para admirar e inspirarnos por los grandes logros de personas que creemos héroes o gente extraordinaria, sin embargo, nadie nos habla del camino tan difícil y retante que hay que cruzar para llegar a esos grandes objetivos, metas y/o aspiraciones.

En mi caso, mi mamá siempre me enseñó que el deporte era calidad de vida, sin embargo, solo en mi etapa adolescente (16 años+-) le hice caso y obtuve la cinta negra de Taekwondo.

Una vez obtenido ese logro, permití que mi vida se convirtiera en una verdadera rutina. Terminé la Universidad, viví un tiempo en Los Cabos, trabajé, me embaracé, regresé a la CDMX de donde soy originaria y tuve a mi hijo bajo la protección y apoyo total de mis padres ya que era la única responsable en ese proceso de maternidad. ¿Una vida increíble verdad? ¡Obvio no!

Me sentía la más deprimida de las deprimidas, estilo Bridget Jones, en pijama, una canción deprimente de fondo, lactando a mi bebé, a un lado un gran bote de helado de chocolate con una cuchara repleta de ese gran sabor que Holanda nos ofrece y la computadora del otro lado llena de correos enviados a empresas y a reclutadores. El gran resultado después de un año: depresión total y obesidad. ¡Casual!

Por azahares del destino y por qué de plano Dios es grande entré a trabajar en el área corporativa de un hospital público- privado del Edo. De México. Y ahí inició la gran aventura.

Logré independizarme y creía sentirme fenomenal ya que contaba con el completo apoyo de mi mamá para el cuidado de mi hijo y me sentía productiva. En Mayo 2015, la empresa me entregó los uniformes que debía portar para trabajar y ¡oh sorpresa! No me quedaron…

Fue la gran cubeta de hielo que hace algunos meses se convirtió en viral en Internet. Fue como ponerme enfrente de un gran espectacular que decía: Tienes que hacer algo por ti y por tu hijo, trabajas en un hospital, estas gorda, los uniformes no te quedan y tal vez salgas de aquí con los pies por delante. La cruda verdad reflejada en 3 prendas institucionales.

Mi rutina en ese momento era de lunes a sábado, despertar a las 9 am, desayunar, ir a dejar a mi hijo a la guardería al medio día, ir a trabajar y regresar a casa a las 11:30 pm. Sin embargo un gran día de agosto decidí que mi vida tenía que dar un gran salto. A lado del hospital donde trabajaba se encuentra la pista de atletismo de la FES Iztacala. El cambio inicial fue dejar a San una hora antes para trasladarme a la FES y hacer ejercicio. Empecé corriendo 100 metros en 10 minutos. ¡Créelo, 100 m en 10 minutos!

Después de 5 meses de dieta y entrenamientos logré correr 3 km en 28 minutos y bajar un total de 8 kilos.

En Enero de 2016 conocí al gran ángel de mi vida: Ramón Hernández Elizondo y a uno de los mejores equipos de triatlón: Tritones Esmeralda. Ramón es mi coach, mejor amigo y pareja. Es la persona que desde el día 1 me ha dado palabras de aliento y me ha llevado a mis límites. Tritones Esmeralda es el equipo que me inspiró a realizar uno de mis más grandes sueños.

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Empecé a entrenar más y obtener resultados. Por supuesto mi círculo social, mi manera de pensar y mi trabajo cambiaron. Nunca he fumado ni tomado pero desafortunadamente los círculos donde me desenvolvía eran muy tóxicos en ese sentido y el trabajo se volvió una esclavitud por lo que seguí entrenando y tome la decisión de cambiarlos.

Los entrenos dieron sus frutos en cada carrera que participaba, mis tiempos disminuían y mi fortaleza física aumentaba. No todo fue color de rosa, sufrí varias lesiones de las cuales me recuperé pero jamás perdí la voluntad de seguir entrenando y seguir cuidando mi dieta.

Llegó Abril y con eso la gran sorpresa de mi vida. En una reunión con mi mama, Ramón me dijo que ya estaba inscrita, en la categoría de Novatas, al Gran Triatlón de Veracruz. En ese momento mis aspiraciones cambiaron. Había cambiado todo mi entorno. Había asumido retos como carreras, duatlones, acuatlones pero jamás un triatlón. F**k mi gran sueño estaba por cumplirse.

Mi rutina cambió y todos los días hasta la fecha me despierto a las 4 am, entreno un lapso de 1:30 hrs en el estacionamiento de la Unidad Habitacional donde vivo, cabe resaltar que el único testigo de los entrenos es el vigilante de la unidad, quien ha de pensar que estoy loca y que el hecho de andar en una bici dando vueltas a las 4 am es por qué no tengo nada más interesante que hacer en mi casa. Después de entrenar me baño y arreglo, llevo a San a la escuela, me voy al trabajo y regreso a casa para hacerme cargo de las labores del día. En ocasiones regreso a casa para doblar las sesiones de entrenamiento y que mi hijo asuma mi ejemplo como parte de su calidad de vida.

Se acercaba la fecha y las ansias no se hicieron esperar. Compramos los boletos de autobús y reservamos el hotel en Veracruz.

El gran día, un domingo nublado, la calma y la paz me invadían porque yo había entrenado 1 año para este momento. Acompañada por mi amiga Maribel Machado, cómplice de Ramón en la inscripción del Triathlon, empezó la cuenta regresiva: 5, 4, 3, 2,1 y un sonido fuerte y estruendoso de la chicharra daba el toque de salida.

Empecé a nadar, relajada, disfrutando cada respiración, cada gota de agua salada en mi cara, cada brazada y hasta el rasguño de la chica que pretendía rebasarme, absolutamente todo momento fue disfrutado. Después de 400 mts en 10 minutos toque tierra en la posición 17 de 45. Llegó mi parte favorita. La Kent (así se llama mi bici), es mi aliada, en ella he pasado los mejores entrenos. Fuimos una sola en ese Triatlón y llegamos en la posición 2 de 45.

La transición a la carrera fue difícil, para ese momento mis piernas eran gelatina. El apoyo incondicional del equipo de Tritones me ayudó a seguir adelante. En la salida de la transición ví parado a mi novio, corrió conmigo los 3 km, durante el trayecto me rebasaron 7 chicas pero el apoyo de mi novio/ coach estuvo ahí todo el tiempo. Crucé esa meta en posición 10 y me di cuenta que el sueño no terminaba sino que apenas comienza…Ese triatlón es el inicio de mi más grande sueño.

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Hasta el momento llevo un récord de 23 kilos abajo, 8 carreras de 5k, 10k y 13 k, 1 medio maratón, 1 duatlón, 1 ciclotón, 1 acuatlón y un Triatlón.

Quiero recordarte que eres capaz de cualquier cosa, tu cuerpo está diseñado perfectamente para desarrollar cualquier actividad por mínima que esta sea. Tu corazón te llevara al límite y tus piernas te guiaran por ese camino. Tu familia y amigos serán base en tu desarrollo. Llorarás, patalearas, berrearas de dolor, caminaras como robot, te sentirás cansada, te quedaras dormida en tu oficina, sentirás que el tiempo en los entrenos no transcurre, gritaras de dolor por las mañanas, las gotas de agua de la regadera te lastimaran, comerás alimentos a los cuales no les encontrarás el sabor, sacrificaras fiestas, sacrificaras amigos e incluso hasta el trabajo. ¿Pero sabes? serás feliz, te sentirás plena y absolutamente nada te faltará. La escalera que tendrás que subir para lograr tu sueño es infinita, cada peldaño marcará cada célula de tu piel y te hará más fuerte y determinada.

Soy Montserrat Marrufo tengo 26 años y soy mujer, mamá, taekwondoin, runner, triathleta, nada me detiene y mis limitantes están en el concreto.

Tú eres mujer, mamá, hermana, esposa, trabajadora, runner; ¿Cuál es tu gran sueño? ¿Qué te detiene?, ¿En dónde están tus limitantes?

Si puedes soñarlo, puedes lograrlo. Walt Disney

Quiero agradecer al equipo de Soy corredora por permitirme contar mi historia y recordarme que a pesar de todo sigo adelante sin rendirme y devorando kilómetros.

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