Despierto y sigue oscuro el cielo. No quiero ni hacer ruido, preparo toda la logística para llevarla a la escuela. Mi vida ahora gira en torno al lunch, el uniforme, la mochila y el arte de caminar de puntitas para no despertar a la bebé. No sé cómo le hago para cambiarme sin hacer ruido, pero en mi clóset no hay otra cosa más que shorts, tenis, calcetines (que a veces me pongo al revés o no combinan), playeras y chamarras. Tomo lo primero que encuentro. Hago un biberón, la otra niña se queda en casa y ¡nos vamos! Cuando la dejo en la escuela, tomo un respiro y me escapo a correr. Sí, eso dije: «me escapo a correr».
Desde que era una adolescente correr me ha acompañado. Creo que ha sido mi más fiel amigo, terapeuta, distractor, maestro y lo que quieran. Cuando me casé, estuvo ahí para enseñarme que debía seguir conservando ese espacio por mucho amor que hubiera entre mi esposo y yo, pero cuando fui mamá, ¡me obligó a no dejarlo! Si no hubiera sido por correr, sería una madre un poco apagada. Pues bien, aquí les dejo las razones por las que soy una mamá corredora.
- Es mi terapia constante. Por más difícil o pesada que sea una situación (que luego de tanta cosa que traigo en la cabeza por organizar todo, a veces es producto de mi imaginación), correr siempre me aclara la mente. La liberación de endorfinas me deja como «ligerita» de mente y cuerpo. Las que corren conocen esa sensación, conforme avanzan los kilómetros, cualquier pensamiento tóxico o negativo sale de ti y se apodera de otra víctima. Llegas a casa feliz o al menos, más tranquila.
- Es mi momento conmigo misma. ¡Obvio! Es mi oportunidad para socializar con quienes comparto la misma pasión por correr, de hacer nuevos amigos y amigas, de cantar mi música favorita (me olvido de las canciones infantiles), de conocerme y reconocerme aunque a veces me caiga mal. Yo he aprendido mucho de mi mientras corro sola.
- Es mi excusa para dormir. Yo no sé ustedes, pero aunque me haga la fuerte después de un 21k, aplico dormirme temprano o ¡hasta siesta breve hago! Y es que una carrera es una excusa perfecta para caer rendida en la cama y mis niñas y esposo se aguantan.
- Es mi mejor explicación cuando quiero enseñarles algo a mis hijas. ¿No les pasa que quieren explicarles algo y sacan sus enseñanzas en las carreras? Yo soy así. «Hijita, así como yo entreno para correr un maratón, tu también debes practicar en la bicicleta, ¿o tú crees que yo nací corriendo maratones?». Y de estos comentarios, ¡hay muchos!. Pero es que correr te enseña a entender la vida ¿o no?
- Es otro pretexto para la convivencia familiar. En mi caso, yo festejo el día de las madres con una carrera y hasta me llevo la carriola. O bien, cuando hemos viajado a un maratón lo usamos de pretexto de vacación y de repente, las carreras de los domingos también se vuelven un paseo familiar.
- Es la forma de demostrarles que en esta vida se hace lo que uno ama. Ver mi medallero, los números de las carreras, los reconocimientos, las fotos y sin hacer alarde de eso (porque igual haces lo que te gusta sin llamar la atención), es la mejor prueba de que a esta vida vienes a hacer lo que te gusta, aún cuando los demás no crean en ti. Es el mejor ejemplo para demostrar que aún en las peores circunstancias, uno se levanta si es algo en lo que crees. Igual que en «la pared» de cualquier maratón.
- Es mi razón para controlar lo que se come en casa. En mi cocina hay de todo un poco (comida orgánica y no orgánica), pero lo saludable siempre domina. Por ejemplo, solo compro refrescos si tengo visitas y si así lo desean, casi nunca hay dulces, los que nos dan en las fiestas los regalamos. Hemos aprendido a cocinar nuestros cup cakes, brownies y pasteles bajos en azúcar y tomamos agua alcalina Zoe Water. Al correr, quieras o no, aprendes a comer. Aquí tampoco se fuma y está prohibido decir «estoy a dieta».
- Es mi pretexto para que mis hijas se duerman temprano. Si te tienes que levantar de la cama a las 5am para correr una carrera, no hay de otra. Mis hijas han aprendido que se deben dormir a cierta hora porque mañana mamá irá a correr. Es uno de mis pretextos para mandarlas a las 8pm a dormir.
- Es motivo para estar en contacto con la naturaleza y jugar con las perras. Cuando voy a correr a un bosque o parque en la ciudad, siempre les digo que los corredores tenemos la obligación de cuidarlos. No tiramos basura y si hay, debemos recogerla. Aprenden a tomar conciencia de cuidar el medio ambiente. Además, sus perras agradecen el paseo también.
- Es mi manera de inculcarles que hagan deporte. ¡Se pega! Si te ven haciéndolo para ellos les resulta muy normal escoger un deporte y practicarlo. Nadar y correr son los favoritos de mi hija, ahora anda enamorada de la bicicleta. ¡Ya hizo carreras y hasta ganó! Nunca la obligué, solo quiso probarlo de tanto acompañarme.
- Es mi herramienta para ser una mamá con energía. Típico que tus hijos te dicen que quieren jugar a las escondidas, a «la traes», a los encantados, al subi-baja, de solo acordarme ya me cansé…aquí lo mejor es tener fuerza y condición física para hacerlo casi como ellos y no decepcionar.
- Es mi razón para estar de buen humor. Cuando más histérica me puedo poner, una carrera me lo quita. En mi casa lo agradecen y yo también agradezco que me apoyen, de otra forma, esto ya no funcionaría (exageré).
La verdad es que a estas alturas disfruto mucho de mi vida como mamá pero también de mis carreras. Cuando estaba soltera amaba de bajar mis tiempos, ganar mis premios, cruzar las ciudades en bicicleta, hacer parapente, escalar, andar en moto y demás…hoy me encanta correr por el gusto de hacerlo, por mantener ese estilo de vida saludable y por enseñarle a mis chiquillas que corriendo se ve más linda la vida y que es mejor que me dejen hacerlo, ¡porque así su mamá siempre estará de buenas!
Nos seguimos leyendo
Sonia
@sonitachavez
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