Desde que era niña me recuerdo como una de las personas más inseguras de la Tierra, así crecí toda mi vida, sintiéndome fea, gorda, nada popular y sin suerte para los novios.
Con la carencia de una imagen paterna en mi vida nunca me interesé por ningún deporte. En el 2010, la soledad, desilusiones e inseguridades trajeron consigo un intento de suicidio del cual aprendí muchas cosas, nada ni nadie vale la pena para querer acabar con tu vida (suena trillado, pero es real).
En junio del 2012 y como le pasa a la mayoría de las mujeres jóvenes de 22 años, tuve una desilusión amorosa. ¿Fue dolorosa? Sí y mucho. Aplicándome el “no llenaste mis expectativas” y “eres una hija de mami”, sentí que el mundo se terminaba. En ese mismo año comencé a hacer actividad física como ir al zumba, fue un escape en mi vida, me sentía menos triste, menos sola y con mucho más ánimo.
De repente, cuando la instructora de zumba no podía dar clase o se enfermaba me iba a correr a una pista que está cerca de mi casa (solo lo hacía por no dejar de hacer ejercicio). Así pasó un año entero y durante ese tiempo aguantaba corriendo de 2 a 3km.
A finales del 2013 y principios del 2014 y con 10 kilos menos seguía con las mismas actividades, solo que ahora cada domingo me levantaba a correr a las 6 am solo por el hecho de hacer ejercicio y “no engordar”.
En abril del 2014 acudí a una consulta médica, en la cual no me fue muy bien y en pocas palabras mi vida, mi forma de actuar y de pensar tenían que cambiar. Ya no era más una “chava normal”, ahora me tenía que cuidar. Después de ese trago amargo de mi vida, ir a practicar zumba no era suficiente. Para ese entonces mi mejor amiga, hermana y compañera de running, Yessica, me preguntó por qué no corría, yo le comenté que no era lo mío, inclusive me burlaba de ella.
Comencé a correr más veces por semana, me agradaba, me sentía bien, feliz y muy agusto, seguía bajando de peso y eso me motivaba. Después hice mi primer carrera de 7 K, debo decir que al km 4 me quería morir, el sol, las cuestas y un poco de gripe no me ayudaban. Como sea terminé en tercer lugar de mi categoría (3er lugar de 10 o 15 participantes jaja). No importaba el número de participantes como el hecho de que había terminado 7km, eso era lo que realmente me motivaba y me hacía feliz, así nació mi amor por el running.
En julio del 2015 tenía un nuevo reto que superar. Aquel amor que tuve años atrás y que de una cierta forma me había lastimado también era corredor, pero con la sorpresa de que ya tenía una nueva relación. Sintiéndome triste y con un millón de miedo fui con mi equipo (Yessica, mi amiga y hermana) esa carrera eran mis primeros 10K. No podía faltar, no quería faltar. Superando miedos y retos terminé mis primeros 10k, sí, si era un reto personal encontrarme con aquella persona que alguna vez amé y me lastimó. No me importó, corrí esos 10 km como nunca, los disfruté, me divertí y fui realmente feliz.
De esta forma cada una de mis carreras las he pasado superando miedos, inseguridades y retos, porque afortunadamente o desafortunadamente siempre coincido con aquella persona en cada carrera.
El 29 de noviembre de 2015, apenas hace unas semanas, corrí mi primer medio maratón. Tenía un miedo infinito de otra vez pasar por inseguridades, miedos y recuerdos tristes al verlo. Pensé que me podrían destrozar. Pero no, no fue así.
Luché con todas aquellas cosas que me hacen sentir menos e insegura y con amor, pasión, dedicación, esfuerzo y disfrutando del recorrido terminé mis 21km. Después de dos horas con tres minutos ya era medio maratonista. Me sentía más segura y fuerte que nunca.
No importa a quien o lo que tenga que superar SIEMPRE SERÁ MÁS GRANDE MI AMOR POR CORRER que cualquier otro miedo o inseguridad que este en mí.
Soy Gabriela Oralia Pérez Castro, tengo 25 años y en la actualidad SOY CORREDORA, nado, hago zumba y practico el HulaHoop.
Invito a todas aquellas mujeres que no se dejen vencer por nada ni por nadie. Ni por una enfermedad, mucho menos por una desilusión amorosa, somos fuertes por naturaleza eso nos hace grandes y únicas.