Después de tanto pensarlo me volvieron a llamar las pistas, el correr siempre había sido mi estabilizador, pero ahora con tres niños parecía labor titánica. Y comencé así, corriendo por fuera, con entrenamientos sin forma, terminando 10 km. Para después no poder moverme en varios días, sin metas, sin rumbo.
La hipertensión apretando mis latidos y el sobrepeso aplastando mis tiempos. De la nada y como llamados por el destino, me uní a un grupo de corredores, aficionados todos, pero con el mismo propósito. . . ¡Correr! Poco a poco la fuerza volvió a mis piernas y mis compañeros empiezan a ver algo en mi que yo no encuentro: fuerza.
Y de un bumm! En mi municipio se organizan carreras continuas y por suerte, subí a pódium en la primera y es cuando me empecé a preguntar ¿y por qué no?
Hoy me escapo por las mañanas para entrenar solo una una hora, subidas y mañana repeticiones. En un año le bajé 10 minutos a los 10K. Mi mejor tiempo es 47:30 ¡pero ahora quiero más! Hoy tengo metas fijas, lo hago por mi, por mis hijos, yo no solo soy la madre, la esposa, soy «la corredora».
Y sin imaginarlo, me regalaron la inscripción para el maratón de la Ciudad de México. Apenas lo pude terminar. Una lesión me enseñó las lecciones más fuertes de humildad. Pero en el camino hice un medio maratón maravilloso, los entrenamientos de distancia hacen que resuene una voz más y más, fuerte: #MiHeroinaSoyYo. Me siento fuerte, podiums hay muchos, pero el compartir con tus compañeros, la rivalidad sana con las amigas de equipo, el mejorar, hasta el bajar de peso, que el médico te de alta de la hipertensión ¡eso no tiene precio! Y una vez más #MiHeroinaSoyYo.
Vamos por más, sueña en grande, trabaja duro porque ¡TÚ PUEDES LOGRARLO!
Isabel Leyva