Cambiar el pavimento por la playa no solo te va a ayudar físicamente sino que también sentirás esa sensación de libertad que te da correr a la orilla del mar.
Un regalo para la mente. Hacerlo al amanecer o al atardecer y escuchar el rompimiento de las olas, te dará esa relajación que buscas. Reserva al menos una hora del día para tener esa conexión al correr en la playa, no importa si no corres todos esos 60 min, si tienes que hacer pausas para admirar el paisaje, hazlo. Agradece ese momento y sigue, te sentirás llena de energía y renovada.
Trabajas otros músculos. Algunos estudios demuestran que correr en la arena suave y seca (no tanto la húmeda y pesada) que la encuentras más alejada de la orilla del mar, va a disminuir el impacto y por lo tanto, el riesgo de lesiones. De hecho, un estudio publicado en 2017 en el European Journal of Sport Science demostró que las mujeres que corrieron en arena suave tuvieron menos daño muscular e inflamación que aquellas que lo hicieron en pasto. Incluso hay otro estudio que confirma que se reduce el dolor muscular y la fatiga. Porque ¿sabías que el impacto en arena es hasta 4 veces menor que en pasto? Así que inténtalo.
Entrenas más duro. Un estudio publicado en el Journal of Strength and Conditioning Research encontró que correr en arena fuerza a tu cuerpo al menos un 10% más que en el pasto, de hecho, los mayores beneficios están en la arena suave, no en la dura, ya que tu cuerpo debe generar la fuerza necesaria en tus tendones y músculos, es decir, se requiere 1.6 veces más de energía que correr en pavimento; mientras que tus caderas y rodillas trabajan dos veces más, tu frecuencia cardiaca y umbral de lactato se eleva también.
Pies más fuertes. Si vas a hacer entrenamientos cortos, puedes quitarte los zapatos pero si vas a correr más distancia usa tus tenis. Si los mantienes puestos al correr en la playa haces que tus pies y tobillos sean menos propensos a las lesiones porque el zapato actúa como estabilizador y da el soporte elevado que el talón y el arco necesitan.