Si llevas una postura correcta al correr no solo te hará mejorar tu rendimiento y obviamente, tus tiempos, sino que también lograrás liberarte de lesiones y correr te parecerá tan relajante que vas a querer hacerlo por más tiempo.
- Cabeza al frente.
A veces inclinar la cabeza y llevar la barbilla hacia el pecho da alivio para un breve descanso, pero evita hacerlo repetidamente pues terminarás lastimando tu cuello.
Para mantener tu garganta abierta para respirar mejor, la cabeza debe ir bien plantada sobre tu espina. Fija tu mirada hacia el frente, no hacia el piso. Una correcta posición de tu cabeza promueve automáticamente una postura erguida lo cual ayuda a mejorar tu técnica al correr.
2. Hombros abajo
Deben ir escurridos hacia tu cadera, no elevados junto a tus orejas. Revisa que no haya tensión y evita encorvarlos hacia el frente. Hacerlo también dificulta tu respiración. Practica inhalar profundamente y al exhalar asegúrate de echar tus hombros hacia atrás y hacia abajo quedando bien alineados con tu cadera.
3. Brazos relajados
¡Evita moverlos demasiado! Para no gastar energía innecesaria al correr, mantén tus codos flexionados en un ángulo de 90 grados y pégalos a tu cintura, dejando que el ritmo del movimiento hacia el frente y hacia atrás sea natural y armónico con tus zancadas.
4. Manos sin tensión
Apretar los puños demasiado tensa tus hombros y brazos. Mantén tus puños ligeramente abiertos, como si llevaras un huevo en cada mano.
5. Abdomen apretado
Pégalo a la espina. ¡Aprieta la panza todo el tiempo mientras corres! Hacerlo inmediatamente mejorará tu postura y recuerda que el torso es el que le da estabilidad a tu cadera. Es básico tener un abdomen fuerte para proteger tu espalda baja.
6. Pies fuertes
La pisada es uno de los temas más difíciles de descifrar entre los corredores; lo que es cierto es que para aligerar la carga en tus tobillos y rodillas y tener la habilidad de empujar con fuerza desde el piso en cada zancada, lo ideal es “aterrizar” en la parte media de tu pie en vez de hacerlo sobre el talón y hacerlo de manera suave y ligera. Escucha tus pies al correr; mientras menos se escuche tu “aterrizaje”, mejor. Imagina que vuelas en cada zancada.