Cuando decidí convertirme en corredora lo hice por amor a correr; a sentirme liberada en cada entrenamiento y feliz al llegar a una meta.
Sin embargo, hubo ciertas cosas que nadie me dijo, tanto retos a los que tenía que enfrentar como alegrías de las que iba a disfrutar.
He aquí siete cosas que nadie me dijo de este maravilloso folclor antes de convertirme en corredora.
Habrá días de mucho dolor
Dolores musculares, lesiones, incluso, desilusiones que harán doler el corazón. Sin embargo, todo habrá valido el sacrificio al cruzar una meta o romper tu propia marca.
Hay que sacrificar algunas cosas
Fiestas, salidas divertidas, desvelos y uno que otro gusto por la comida. Ser corredora es comprometerse al 100% y aprender que el equilibrio formará parte de nuestra vida de ahora en adelante como corredoras.
Conocerás a mucha gente
Algunos de ellos serán tus amigos, otros serán conocidos con los que te lleves bien, y también te encontrarás con aquellos que pueden convertirse en aliados en cuanto a trabajo. ¡Tendrás muchos contactos!
Aprenderás a conocerte
Aprendí a escuchar mi cuerpo, a cuidarlo, a ser paciente con él y a exigirle cuando es debido. Todo es un proceso de plática diaria en el que entro en contacto con mi mente para sentirme más que lista y preparada en cada carrera y entrenamiento.
Cada vez te exigirás más
Conforme vayas viendo avances en tu desempeño dentro del running te exigirás más y más. Sabrás que todo es cuestión de actitud y de mantener tu cuerpo sano para lograr tu siguiente objetivo.
Te sentirás invencible
Cada kilómetro que recorras durante carrera o entrenamiento te hará sentir más poderosa, más fuerte, más invencible. Disfruta de este momento en el que puedes partir el mundo en dos.
No podrás vivir sin correr
Una vez que te confirmas como corredora de hueso colorado es imposible que borres de tu mente las sensaciones de satisfacción que conlleva serlo. Si pasas un día sin correr sentirás esas necesidad de hacerlo; tu cuerpo te lo pedirá, y estarás encantada de dárselo.