¿Cómo llegué al Triatlón?, a ciencia cierta no lo sé, lo único de lo que estoy segura es que es el deporte que más satisfacción me ha dado de todos los deportes que he practicado.
Desde muy pequeña mis padres me inculcaron hacer deporte, hice karate, le dediqué seis años de mi infancia/pre adolescencia a la natación, actividad en la cual tuve un sin fin de satisfacciones; la más grande fue llegar a una competencia nacional, pero cuando entré a la secundaria mi amor por ella había desaparecido y era tiempo de decir adiós.
Pasé los tres años de secundaria sin pena y sin gloria en el deporte, solo hacía las clases de educación física. Ya en la prepa me dio por jugar futbol soccer que, a decir verdad, no era muy buena pero me gustaba y dicen que lo que más importa son las ganas que uno le ponga a lo que hace y así fue.
Gracias a la universidad a la que asistí tuve la oportunidad de conocer Body Systems, razón por la cual toda mi carrera la pasé practicando las diferentes disciplinas de este sistema, siendo Body Pump y Power Jump mis preferidas. Además complementé eso con un poco de running.
La primera vez que corrí una carrera fue porque mi mamá había logrado vencer el cáncer y para mi cruzar una meta simbolizaba simpatizar con aquel camino que ella había recorrido con dicha enfermedad. Ya con el paso del tiempo, fui clavándome en la carrera y comencé a utilizar apps para entrenar y al ver mi progreso, me motivé más y más.
Ya graduada y afrontando este nuevo ciclo de la vida, tenía que trabajar y afortunadamente enfrente de mi trabajo había un gimnasio con Body Systems, así que ya se imaginarán, yo era la más feliz y me volví adicta ya no solo a Body Pump y Power Jump, sino a RPM también, creo que ahí fue mi primer acercamiento con la bici y por supuesto, seguía corriendo.
Por cuestiones de crecimiento profesional decidí cambiarme de trabajo, pero como el gimnasio quedaba en un punto medio, eso me permitió continuar en él.
Aún y con mi felicidad por las clases y el running sentía que necesitaba algo más. ¿Qué era aquello que le faltaba a mi vida deportista? ¿Cuál era el reto que tenía que afrontar? Siempre he sido muy competitiva así que necesitaba encontrar esa actividad que me llevara a otro nivel.
Un día por cuestiones laborales me topé con una revista que tenía un reportaje a Crisanto Grajales, triatleta y Premio Nacional del Deporte. Al leer ese reportaje me di cuenta que yo ya nadaba, corría y ya tenía un poco de experiencia gracias al RPM en la bici, tres disciplinas que se podrían traducir en una sola palabra: Triatlón.
El tiempo pasaba pero no me decidía, tenía muchas preguntas, cómo entrena un triatleta, qué se necesita, cómo son las competencias, qué come, etc. Así que lo postergué por algunos meses.
Uno de mis propósitos fue comenzar en el Triatlón en 2015 y el último empujón me lo terminó de dar un amigo al cual le conté mi intención de hacer uno y él también se animó; así que se dio a la tarea de buscar equipos de triatlón, y por internet fuimos a dar con uno al cual le agradezco haber sido parte de mi iniciación. Ellos respondieron mis preguntas, desde qué equipo necesitaba, cuál era la bici más óptima para mi y por supuesto, el entrenamiento, además de que conocí a grandes personas que me contagiaron de esa pasión.
Justo en mayo del 2015 me integré con dicho equipo y ahí comenzó mi historia, el objetivo era el Triatlón de Veracruz, tenía justo tres meses para retomar la natación que había dejado de practicar por casi 13 años, pero como dicen: lo que bien se aprende nunca se olvida.
Fueron tres meses de mucha disciplina, de dejar la fiesta a un lado, de aprender a cambiar los hábitos alimenticios, de comprar una bici (que aunque no lo crean es bastante complicado y más si eres pequeña de estatura como yo) de trabajar y entrenar en equipo; fueron meses muy intensos pero con un claro objetivo.
En agosto llegué a Veracruz con un corazón entusiasmado por una nueva aventura. Ya estando en el bello puerto y a un día de mi primer triatlón, mi corazón y mi mente trataban de asimilar lo que estaba por venir ¿y si no lo lograba? ¿y si me quitaban el chip? ¿y si se me ponchaba una llanta? ¿y si le pasaba algo a mi bici cuando la dejara en la transición? Así cientos de preguntas rondaban por mi cabeza, no me quedó más que tranquilizarme y mentalizarme para lo que me había preparado por varios meses.
Fui a dormir con la ilusión y el compromiso de dar mi mayor esfuerzo por aquello que tanto había trabajado. La verdad sí dormí, pero mis nervios eran bastante grandes así que desperté antes de lo planeado, por fin había llegado la fecha. Me puse mi trisuit, arreglé mis cosas, desayuné y me fui a la playa para mi salida.
Ya en la playa y viendo como las categorías comenzaban a salir los nervios aumentaron y más cuando nombraron mi categoría 25-29 sprint femenil, «es la hora», pensé. Sabiendo que mi fuerte era la natación me coloqué hasta el frente y de lado, lista para entrar en la ola, escuché el disparo y corrí para entrar al mar, fue una sensación muy extraña, comencé a nadar y nadar, tenía que despegarme del grupo, había escuchado tantas terribles historias sobre los golpes en la salida que lo único que pensé fue alejarme de todas.
Mientras nadaba mi mente comenzó a hacerme muchas preguntas ¿por qué estás aquí? ¿crees lograrlo? ¿en qué momento de tu vida decidiste que querías hacer esto? Fue una lucha mental muy fuerte, pero al final estaba decidida a terminar lo que había comenzado y para lo que había entrenado.
Después de 14 minutos salí del agua, había pasado lo más difícil nadar a mar abierto, corrí a la transición por mi bici y ahí comenzó el verdadero reto, temperatura de 35º.
Una vez arriba en mi bici, con la cual no tenía ni dos meses, comencé a pedalear con mis tenis (tampoco tenía zapatos de ruta). Constantemente veía mi velocímetro sabía que tenía que rodar en promedio de los 24-25 km/h para poder llegar en el tiempo establecido. En ese entonces aún no dominada sacar mi termo de agua, así que cada 15 minutos tenía que parar hidratarme, un must en este deporte. Después de una hora pedaleando llegué de nuevo a la transición, ya había logrado dos de tres.
Dejé mi bicicleta, me puse mi número y a correr se ha dicho. Salí de la transición con el único objetivo de terminar lo mejor posible, el calor era agotador, la humedad estaba a tope, una vez más mi mente jugaba conmigo, me decía que parara, sin embargo, mis ganas y mi corazón fueron más fuertes. Así recorrí esos cinco kilómetros, siendo animada por muchas personas, motivada porque estaba por cumplir un sueño más, veía mi reloj iba bastante bien, en el último kilómetro empecé a acelerar, eso me permitió acercarme a varias chicas de mi categoría, mi corazón latía más y más rápido; pasé a una, pasé a otra y a lo lejos veía a otra. «Es ahora o nunca», pensé, así que sin importarme nada solo corrí y corrí y cuando menos lo espere ahí estaba la meta, la crucé y sentí la satisfacción más grande, ¡lo había logrado!, mi corazón y mi entrenamiento habían dominado a mi mente y a tres deportes.
Esa es mi historia de como llegue al triatlón, una disciplina que sin duda, me ha dado grandes recompensas. Ahora estoy a tres semanas de mi tercer triatlón, ha pasado un año desde que comencé a prepararme, en mi mente sólo hay un objetivo: clasificar a un mundial de Triatlón y representar a mi país. Mis grandes modelos en este deporte son Crisanto Grajales y Javier Gómez Noya.
Deja que tu corazón y ganas dominen tu miedo, estás aquí para disfrutar la vida. Atrévete a soñar, porque no sabes qué tan lejos puedes llegar.
Bea Perecero