Mi experiencia como corredora se remonta a mi infancia en que más bien era nadadora, pero en los meses de invierno nos ponían a correr y me gustaba, lo disfrutaba. Luego lo dejé por un tiempo, probé otros deportes, me metí a gimnasios, pero siempre terminaba otra vez poniéndome los tenis y tomando las calles para correr. La sensación que da el ponerte los tenis y salir corriendo de tu casa, de un hotel cuando estás de viaje o en donde estés, para mí es inigualable.
Ya en mis años de universidad empecé por tomármelo más en serio, seguir un programa y participar en carreras. Empecé con carreras de 5 y 10 km, luego medio maratón y para el año 2000 me aventuré a correr un maratón, el maratón LALA, dado que vivo en Torreón, Coah. Fue toda una experiencia de gozo y sufrimiento a la vez, pero lo disfruté muchísimo, tanto que a la fecha llevo 11 maratones y espero seguir acumulando. Algunos los he sufrido más que otros, especialmente cuando he corrido sin mucho entrenamiento, pero al final, la satisfacción de cruzar la tan deseada y esperada meta es incomparable. Es la culminación de semanas de preparación, pero también es disfrutar cada uno de esos 42 km, las porras, el apoyo de la gente que aún sin conocerte están ahí para alentarte y para darte un empujoncito que te va llevando por inercia a la meta.
Y así, desde ese primer maratón del año 2000 no he dejado de correr. Tengo tres hijos y durante los tres embarazos corrí hasta el día de aliviarme. Al principio me decían que no lo hiciera, pero yo me sentía muy bien, más fuerte y con energía. Con mi primer hijo, Santiago, que ahora tiene 10 años, me fue muy bien en el parto y en la recuperación. Terminando la cuarentena regresé a correr. Luego vino Ana, que tiene ahora ocho años y luego Nicolás que está por cumplir seis. Con cada uno la recuperación fue rapidísima y aunque cuidar tres hijos es algo cansado, el salir a correr temprano en la mañana es de mis partes favoritas del día, me revitaliza, me llena de energía, además de que corro con un grupo muy ameno y divertido, así que es una muy buena forma de empezar el día.
Para mí correr es más que un deporte, es una forma de vida, una disciplina que conlleva constancia, fuerza de voluntad, perseverancia, tenacidad, pero sobretodo, es mi terapia ¡y es gratis ;)!