“Testaruda” puede ser la palabra que me haya definido por muchos años. Al menos, esta palabra es la que me impidió desarrollar lo que parece una habilidad natural en mí por mucho tiempo. Pero, el ser testaruda también me ha dado muchas satisfacciones.

Naci hace 41 años en San Luis Potosí, en el seno de una familia francesa arraigada en México. Cuando tenía cinco anos mis padres se divorciaron. En vez de tener a una nana o a alguien que nos cuidara mi mama nos metió a mi hermano y a mí a un club deportivo en donde pasábamos la tarde (después del colegio) practicando deportes.  La constante en cualquier deporte que hacíamos era que siempre teníamos que correr como acondicionamiento físico. A la mayoría de los niños no les gustaba correr pero a mí me fascinaba.  Durante la prepa y la Universidad jugué volibol. El entrenador nos llevaba a correr durante la pretemporada para ganar resistencia y durante nuestros entrenamientos teníamos que hacer muchos “sprints” para alcanzar la pelota. Creo que esto contribuyó, sin que yo me diera cuenta, a desarrollar mi velocidad, lo cual agradezco ahora.

Cuanto terminé la carrera (y con ello mi carrera como voleibolista) comencé a ir a correr y a nadar por mi cuenta para seguir activa. Lo que me encantaba de correr (algo que sigue encantándome) es que puedes hacerlo en cualquier lugar y a cualquier hora. Solo te pones los tenis, abres la puerta y ahí tienes tu “playground”.  A los casi 24 años me inscribí en un club de natación. Mi primer entrenador me dijo que no tenía habilidad para la natación pero soy de las personas que piensa que nadie puede decirte que es lo que puedes o lo que no puedes hacer. Uno mismo es el que decide donde radican nuestros límites. Nadie puede decidirlo por ti. Dos años después de haber comenzado en la natación me convertí en campeona mundial (Marruecos ’98) y por muchos años la palabra que me definió no fue “testaruda” sino “nadadora”. Pero, aun entrenando tantas horas en la alberca, siempre disfrute correr y era de las pocas nadadoras que esperaba con ansia la pretemporada para tener que ir a correr antes de nadar. Durante los diez años que entrené natación de alto rendimiento aprendí muchas cosas que me son muy útiles ahora que corro: aprendí a ser paciente: Uno tiene que dar el mejor de sus esfuerzos en cada entrenamiento aún y cuando los resultados no llegan de inmediato. Aprendí a ser dedicada: si quieres tener resultados tienes que entrenar todos los días. Aprendí a fijar metas: es imposible que llegues si no sabes a dónde vas. Aprendí a entrenar la mente para visualizarme como una persona exitosa y positiva: todos tenemos pensamientos negativos, todos nos cansamos cuando entrenamos, lo que hace la diferencia es el cómo reaccionamos cuando tenemos esos pensamientos o cuando llega el cansancio.  Y aprendí que no hay fracasos sino malos resultados de los cuales siempre se puede aprender.

Hace diez años me vine a vivir a Phoenix, AZ, para  continuar con mis estudios de posgrado (psicología del deporte) y a entrenar acá. Conocí a mi esposo en la alberca y en el 2005 nació mi hija. A partir de esto comenzó a hacerse difícil para mí encontrar la motivación de ir a nadar, además de que las competencias de natación me tomaban muchísimo tiempo y no quería quitárselo a mi familia. Un amigo corredor me pregunto si me gustaría acompañarlo en su corrida larga y le dije que si. Ese día corrimos 26 km y, aunque las piernas me dolían, me quedé con ganas de seguir corriendo. La sensación del aire en la cara, el latido de mi corazón al correr y el golpeteo de mis pies en el pavimento fue indescriptible.  Comencé a ir a correr con él una vez por semana hasta que me pregunto por qué no me convertía en triatleta y de momento me pareció buena idea. Hice tres o cuatro triatlones y, aunque tuve buenos resultados, no los disfruté mucho. Lo único que me gustaba del triatlón era cuando bajaba de la bici y tenía que ponerme los tenis para empezar a correr. Mi esposo me pregunto por qué no me dedicaba únicamente a correr y en ese momento fue como si se me iluminara la vida. Por medio de un amigo en común conocí a mi entrenador, John Reich, y así fue como, hace exactamente tres años, me puse los tenis y comencé a correr. Poco sabía yo que esto se convertiría en mi pasión y que, finalmente, encontraría la palabra que me define: “corredora”.

Desde entonces no he dejado de ir a correr ni un solo día y he aprendido muchas cosas. La más importante es que no importa que tan rápido o que tan lento corras, el esfuerzo es el mismo. Ganes el primer lugar o el último, lo importante es que lo intentaste, terminaste y, de verdad, el esfuerzo es el mismo seas el primero o el último. Otra cosa que he aprendido es que la comunidad de corredores es increíblemente generosa y a todo dar. He hecho muy buenos amigos gracias a este deporte, además de que este deporte nos da la ventaja de que podemos platicar de muchas cosas mientras corremos.

En el tiempo que tengo corriendo he tenido la fortuna de ganar algunas carreras importantes (Rock’n Roll Marathon AZ, Tucson’s Half Marathon, 5K Summer Series, AFC Half Marathon) pero a mi me gusta soñar a lo grande pues creo que esa es la única manera de llegar a algún lugar. Como dicen “si sueñas con alcanzar las estrellas lo único que tendrás serán estrellas, pero si sueñas con alcanzar el cielo las estrellas te llegan por añadidura”, así que ahora mi meta es poder representar a mi país en competencias internacionales como Juegos Centro y Panamericanos y, por supuesto, ser parte del equipo Mexicano que competirá en los Juegos Olímpicos de Rio 2016.

Actualmente entreno todos los días de la semana aunque tomo mucho en cuenta el tener tiempo suficiente para recuperarme entre entrenamientos difíciles y evitar así lesiones. Por lo general corro en la pista (entrenamiento de velocidad) los martes, los jueves corro medio fondo en las montañas, los sábados hago entrenamientos de velocidad y “tempo” y los domingos entreno fondo (corrida larga). Los otros días son corridas ligeras de recuperación. El kilometraje que entreno por semana es alrededor de 130 km.

Me considero una persona muy afortunada pues puedo dedicarme a lo que más me gusta y puedo ayudar a otras personas que tienen los mismos intereses que yo ya sea por medio de mi práctica en psicología deportiva o como entrenadora, pues amo tanto este deporte que me certifiqué como entrenadora y espero poder ayudar a otros a alcanzar sus sueños como yo he alcanzado (y sigo luchando por los míos). También me considero muy afortunada pues cuento con el apoyo de algunas empresas como Perfect Foods Bar, Arizona Pain Specialists y Bikram Yoga North Scottsdale para poder dedicarme a  correr de manera profesional.

Hay personas que creen que el éxito me ha llegado de manera “fácil” en este deporte, pues tengo únicamente tres años de estar dedicada a correr, pero, en realidad, correr ha sido la constante en mi vida desde que era pequeña y practicaba cualquier tipo de deporte. Así que puede decirse que, aunque no de manera profesional, he corrido prácticamente durante toda mi vida.