Los momentos de nostalgia van y vienen. Llevo casi un año trabajando en Soy Corredora y me siento muy orgullosa de poder formar parte de esta gran comunidad. El pasado 18 de junio de 2017 se llevó a cabo la 37ª edición del Medio Maratón del Día del Padre, dándose cita en una ruta única, especial y retadora: carriles centrales de Periférico sur dando salida en frente del Hotel Radisson Pedregal, yendo 10k hasta el retorno de Cuemanco y de regreso, con meta en la calle de Zacatépetl, Parques del Pedregal Tlalpan.
Antes de empezar con este relato me gustaría recordar un poco la edición pasada, la primera edición en la que yo participé. Esa edición que meses atrás pensé que no correría pero que al final disfruté como si hubiera sido la primera carrera de toda mi vida. Esa edición donde me propuse que en el siguiente año sería una nueva versión de mí, que debía cambiar varias cosas y dejar atrás todo lo malo. La corrí con toda la precaución del mundo pues regresaba de mi lesión, en el kilómetro 20 me encontré a mi papá y hermano echando porras y me dio ese último impulso para terminarla. Esos últimos metros cercanos a la meta llenos de personas apoyando me dejaron en claro que debía y quería volver.
Ahora sí nueve meses después, me encontraba en mejores condiciones para empezar el plan de entrenamiento junto a mi equipo, con el que ya llevaba casi ocho meses. Series por aquí, series por allá. 400 metros por aquí, 1000 metros por allá. Distancias con climas nublados y distancias en el Nevado de Toluca. Días en los que sentía que el entrenamiento estaba leve y días en el que sentía a medio entrenamiento que ya no podía más. Días en los que llegaba sin sueño y mucho ánimo a los entrenamientos y días en los que había tenido una mala jornada en la universidad que repercutía en mi desempeño, me pegaba mucho en la parte mental y emocional. Después de varios chequeos y nuevos RPs en distancias, de seguir al pie de la letra mi carga de carbos e hidratación de Mara mi nutri, estábamos a nada de ese medio maratón especial.
Llegando justo a mi bloque de salida después de haber calentado un poco, me encontré con muchísimas personas con las que intercambié un abrazo y buenos deseos (la verdad es que es la primera vez que me encuentro a más de cuatro personas en tan poco tiempo en una carrera) estaba muy emocionada. Entramos al bloque, revisaba que nada faltara y al fin, un año más culminaba no quedaba más que disfrutar. Empezó a sonar esa maldita canción de Timbiriche que desde que tengo memoria me hace llorar: “hoy tengo que decirte papá el tiempo nada cambiará, estaremos siempre juntos, todo el tiempo sin parar… hoy tengo que decirte papá te quiero más que a nadie y cuando estoy a tu lado todo el miedo ya se va…” creo que no le había dado tanto sentido a esas palabras hasta ese día a unos metros de la salida de meta, junto a más personas que también lloraban y decían unas cosas en voz baja mirando al cielo o abrazaban al de lado, que emotivo y cursi. Y así se dieron 21.097,5km en la Ciudad de México, entre porras, fotógrafos, gritos de gente conocida y gente que se atrevía a leer el nombre que venia en mi playera, entre la bajada de la primera mitad y aquella subida a la que ya le perdí el miedo, donde desde el kilómetro 20 y hasta la meta que se encontraba llenísima de gente que me motivó a cerrar y ya darlo todo en esos últimos metros.
En la meta, ya feliz, mi reloj marcaba 1:58, doce minutos menos que el año pasado. Ni yo lo creía. Me reuní con mi familia, con mi equipo, muchas felicitaciones, risas, abrazos, cervezas. Se había logrado una meta más.
Gracias pa, por ser el más chistoso, el que no siempre me comprende pero SIEMPRE es cómplice de mis locuras, ser el que me recuerda que somos humanos y que equivocarnos es normal, ser el más ocurrente a la hora de los chistes y el más formal en las cosas serias, ser el mejor contador (aunque haya estudiado en una casa de estudios Diferente a la mía) y ser la persona más humilde que he conocido. Siempre das todo. Te amo mucho. Si quieren cambiar un poco su vida, corran esta carrera, se llevarán más de lo que esperaban. Gracias por leerme, ya nos veremos en la próxima aventura.
Gloria Daniela Martínez