Para poder saborearte fueron 3 meses de duro entrenamiento para que te pudiera enfrentar preparada y saber lo que se siente correr esa distancia sin tanto miedo.
Tres meses de disciplina en el gimnasio, en la alimentación, en la hora de dormir y en el entrenamiento. Fueron 3 meses de despertarme a las 6:00am sábados y domingos y de dormir temprano todos los viernes.
Con todo y el rompimiento de mi novio después de 5 años de relación, tuve el valor de seguir adelante, de ver por mi, de luchar por mi, luchar por mi felicidad, porque sabía que al enfrentarme a ti, podría enfrentar cualquier cosa después.
Recuerdo aun los días en el gimnasio y en el Parque Gandhi llorando por la pérdida de él, pero esas lágrimas poco a poco empezaron a desaparecer y se convirtieron en sudor, en coraje, en un montón de ganas demostrarme que soy más fuerte de lo que piensa mucha gente y sobre todo, demostrarme a mi misma la fortaleza y la seguridad que puedo tener.
Gracias a ti dejé el cigarro hace 8 meses, dejé las amistades viciosas y las fiestas excesivas. En mi etapa de duelo me distancié y eliminé contacto con “mis amigos” e hice un grupo en el facebook de puras chicas corredoras (ESAS LOCAS QUE CORREN uhhh!!), con el cual por fin entendí el valor de muchas cosas, tal vez ellas no lo sabrán, pero me hicieron entender por las cuales me terminó mi novio.. a ellas les agradezco muchas cosas que sé que nunca entenderán.
Llegó por fin el fin de semana, la entrega de kits, no lo podía creer. ya estaba a horas de conocerte, de ponerme a prueba yo misma. Ese día no me importó no haber dormido, fue un día maravilloso, tratando de encontrar a las amigas del face y del whats, yéndome a formar para recoger mi número y aprovechando todo el “show” que había ahí adentro para tener un gran recuerdo de ti, tomando mil fotos, sola y con el gran grupo de amigas que logré hacer en poco tiempo.
Nos fuimos a desayunar, mi cara mostraba felicidad, nervios, miedo y excitación por el poco tiempo que faltaba, al verlas a ellas supe que yo no era la única que sentía lo mismo por ti. Ese mismo día me di una comida deliciosa, comí en uno de mis lugares favoritos, me lo merecía y tú lograste hacerlo, fue por ti esa comida sin saber que pasaría al otro día.
Llegó la hora de ir a dormir ¡a las 8:30 pm! ¡Qué locura! Sin antes haber puesto en orden toda mi ropa, accesorios y demás, revisando como 5 veces para saber que no me haría falta nada. Estaba acostada, viendo el techo sin poder creer lo que haría y pasaría al otro día.
Sonó mi teléfono, era él, respondiéndome un mensaje y mandándome mucha suerte y abrazos, diciéndome que estaba orgulloso de mi, porque por él empecé a correr, lloré de alegría y ya llevaba mi primera inyección de energía: esperanza. Pude dormir bien después de leerlo.
Sonaron mis celulares, era la alarma, ¡4:30 am! Después de tanto tiempo había llegado la hora de conocerte. No podía parar de sonreír y de estar nerviosa al mismo tiempo mientras me cambiaba y desayunaba. Estuve lista, eran las 5:00 am y yo estaba en recepción del hotel pidiendo un taxi, me dijeron: «Señorita, ¿no es muy temprano? ¿a dónde va?» Yo decidida y con la misma sonrisa que no se me quitaba dije: «a correr, voy a correr un medio maratón…voy para el Hotel Marquis».
Llegué a mi destino, ya estaban algunas amigas, te sentía cada vez más cerca, vi el arco de salida y meta, se me salía el corazón, ya te quería conocer, ya me quería probar. Entre fotos y plática por fin dieron las 6:30 am ¡vámonos a corrales!. Estaba tan nerviosa que mi vejiga me traicionó, tenía que ir al baño y la filas eran inmensas, faltaban 4 minutos para el disparo y apenas estaba saliendo del baño. Corrí a mi corral, estaban cantando el Himno Nacional. De la emoción recordé que no había programado mi sport watch, estaba a punto de un colapso nervioso.
Comenzó la cuenta regresiva, mil latidos por minuto, una sonrisa imborrable, por fin estabas con tus grandes letras frente a mi: SALIDA y comencé a correr.. me sentía en el cielo, no podía creer toda la gente, el apoyo, la porra, ¡tantas locas corriendo 21 km!
Me separé de mis amigas y seguí a mi paso, fue más que hermoso cuando entré al bosque de Chapultepec, todo en silencio y solo se escuchaba nuestro andar, uno de los sonidos más maravillosos que nunca podré superar. Salí del bosque, contenta porque había corrido sin problemas los primeros 5km, pero tenía miedo porque sabia que ahí empezaban las subiditas, todo iba bien, nunca me paré a caminar, solo bajé el paso e hice trote en algunas partes, no podía creer de lo que eran capaces mis piernas y yo odiándolas toda mi vida. Gritaba de emoción, gritaba de cansancio, gritaba porque tenía sed, gritaba porque tenía calor, me pegaba en las piernas (dándoles ánimos), echaba porras, me echaban porras, ese mortal kilometro 10 y los 500 metros más cabrones de mi vida…pero así es la vida…cabrona.
Comenzó la “bajadita” era momento de recuperar el tiempo perdido y mostrarme qué tanto aprendí en los entrenamientos. Iba a 4:30 por kilómetro, sin miedo, con un paso firme y seguro ¡no lo podía creer!! Sonreía más porque ya iba a la mitad, ¡la mitad! jaja «¡no chingues Arianna, en qué estabas pensando!» Eso era lo que me pregunté cuando pasé al km 11, seguía corriendo, llegué a mi monstruoso km 15, mi muro, otro reto, pero ahora no me hizo nada el 15, se esperó 3 km más para hacerme sufrir, antes de eso en el 17 me inyectaron energía y alegría la familia de Laurita y su lona que llevaba mi nombre, pero al km 18 ya no podía, mi cuerpo me pedía parar, pero yo no quería, ¡solo faltaban 3 malditos kilómetros! Al paso que llevaba eran 18 minutos para llegar a la meta.
Mi compañera con la que iba la perdí, estaba frustrada, comencé a llorar, era mi primera vez que te conocía, que te probaba y no te iba a dejar ganar esta batalla, un chico me dio una bolsita con Coca Cola, la más deliciosa que he probado y saboreado en toda mi vida. Me dio un empujón. A lo lejos se escuchaba la música, me motivó y comencé a correr un poco más rápido. Llegué al 20km de nuevo llorando, esta vez de emoción, estaba por lograrlo, comenzaron los gritos de la gente, yo pidiendo que me aplaudieran, la gente chocando mi mano, y por fin ,ahí estabas tu de nuevo esta vez con tus letras en grande: META. Y te crucé, lo pude hacer, comencé a llorar, bajé el paso y comencé a caminar, no podía, estaba agotada, pero era más mi felicidad por haberte encontrado de vuelta. Paré mi reloj y otra gran sorpresa, iba por 2:30 horas y había hecho 2:08 horas. Más contenta no podía estar en mi primer medio maratón.
Hoy, un día después, sé que siempre serás mi gran amor, que cada que nos veamos serás un reto para mi, que me seguiré preparando para hacerlo cada vez mejor y nunca dejaré de amarte y respetarte a pesar de todos los dolores que me dejes por varios días.
Hoy ya no soy la misma que ayer o antier o el mes pasado, hoy sé de lo que puedo ser capaz, del amor y el valor que le debo de dar a mi cuerpo. Hoy sé que si me propongo algo lo puedo cumplir, aunque el camino no sea nada fácil, y si es fácil no confiarme e ir con cuidado, la vida es como tú.
Hoy soy el orgullo de mis papás y la inspiración de algunos amigos del trabajo.
Hoy con orgullo puedo decir que soy medio maratonista 😀
Arianna Hernández