En febrero del 2014 regresé a correr, poco a poco me fui reincorporando, todo ese mes preferí no pensar en el maratón y fue hasta principios de marzo cuando decidimos mi entrenador y yo que correría el maratón de Boston.
El 21 de abril después de un total de 11 meses sin correr y con dos meses y medio de entrenamiento hice el maratón de Boston. En mi sonrisa se notaba la felicidad. Durante todo el recorrido pensé en mi familia, en mis hijos, en mis amigos, en todas las enseñanzas, reflexioné sobre la vida.
Y es que 42kms te sirven tanto para conectarte contigo misma, agradecí a Dios y a la vida por hacerme fuerte porque una vez más corriendo aprendía que no había imposibles.
Sonreí todo el camino, fue en el km 40 cuando lloré, vi ese número y pensé “que fuerte soy”. Recordé la lesión del año pasado, el dolor físico y emocional, las terapias, los doctores, mi primer regreso, la frustración de la recaída, la segunda lesión y me volví a repetir “que fuerte soy, estoy corriendo y conseguiré cruzar esa meta». Después fueron dos kilómetros pensando íntegramente en mis hijos, me agarre de ellos. Me sentía cansada, lloraba y eso me agotaba. Mis hijos me habían mandado una notita que llevaba conmigo en mi cinturón, sentía que con ella de alguna manera corrían conmigo. Me decían: “tú puedes, te queremos”, “mucha suerte mamá”. Fueron dos kms con 195 mts pensando en ellos. Ellos en mi mente y corazón cruzaron la meta conmigo.
Cuando vi la meta lloré nuevamente de felicidad, agradecí la oportunidad de vivir esa experiencia, de correr mi maratón, de haberlo conseguido. Terminé con 3.38.18 y ahora era una maratonista de Boston.
Cuando me colgaron la medalla besé mi unicornio, nunca había besado una medalla, pero tampoco nunca me había costado tanto lograr un sueño al correr. Corriendo me demostré que #Mi heroínaSoyYo porque la vida te colocará muchos obstáculos en el camino, pero obstruyen nuestro trayecto solo si lo decidimos.
Yo decidí que no. Hoy me preparo para mi cuarto maratón. Sé que por la lesión de columna debo ser cuidadosa y lo soy, pero también sé que solo hay una vida y que Dios nos la dio para ser felices y cumplir nuestros sueños.
Alejandra Hernández