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Me lo han preguntado varias chicas y no quise dejar de compartirlo. Correr embarazada me recuerda a la intensidad que nos invade cuando corremos un maratón. ¡Siempre hablamos de eso y esto también es un maratón! Pero la diferencia es que ahora lo hago de un tema que en ciertos sectores todavía sigue siendo tabú, raro o hasta polémico. Es más, les puedo contar una anécdota. Cuando hice los 10K en Palma de Mallorca, mi suegra me confesó que pensaba que yo estaba loca, que cómo se me ocurría hacer eso si había tenido dos pérdidas previas a este embarazo. Sin saber lo que pensaba de mí, les envié a mi esposo, hija y a ella el video donde mostraba lo bien que me sentía durante la carrera y la emoción que me daba cruzar la meta con mi bebé dentro. Ella lloró, no lo podía creer. Sentimientos de ternura, envidia y asombro se apoderaron de ella hasta que me dijo. «solo tu entiendes de qué se trata pero te admiro, me hiciste llorar porque pensé en las cosas que yo me perdí». Y no, no quiero realizar cosas raras o extraordinarias, ni quiero llamar la atención, simplemente estoy haciendo lo que me gusta y sobre todo, con la autorización de mi doctor. ¿Saben lo que es salir de la consulta y escuchar a tu médico decirte: «sigue con tu vida, corre hasta cuando quieras, recuerda que estás embarazada no enferma y tu bebé está en perfectas condiciones»? Uf, la emoción total.

Estoy en el segundo trimestre de embarazo y por lo tanto, les quiero compartir las reglas que yo seguí para no afectar el crecimiento de mi bebé, equilibrar mi salud física y mental y encontrar la forma de conectar con mi #bbrunner durante el primer trimestre. Yo no soy especialista en esto, recuérdenlo, solo sigo las instrucciones de mi doctor aunque debo reconocer me ayuda llevar 23 años corriendo.

1. Le bajé a la carrera durante las primeras 12 semanas. Corría solo 3 km de vez en cuando, pero opté por hacer elíptica y largas caminatas. Solo quería mantenerme activa y me olvidé de bajar mis tiempos y hacer sesiones de velocidad. Dormía muchísimo así que me di mi tiempo para estar de lo más tranquila.

2. No hago dieta, simplemente como más saludable. Incluyo más súper alimentos en mis comidas. La chía, quinoa, frutos secos y frutas frescas, cereales como linaza, salvado y avena, leche de almendras natural y leche deslactosada son parte indispensable de mi despensa. El único té que bebo de vez en cuando es el de jengibre y como a esta bebé no le gustan las ensaladas, pues como verduras en sopas, caldos o smoothies. Los jugos de verduras no pueden faltar para mantener el magnesio y tomo vitaminas como Omega 3, yodo, vitamina C, E y D, además de hierro recomendadas por mi médico

3. Aumenté mi hidratación. Lo mínimo son 2.5 litros diarios, no me puedo bajar de esa cantidad y bebo más si hago ejercicio. Los electrolitos los repongo de forma natural con jugos y smoothies que incluyan verduras. No bebo refresco ni agua mineral ni tampoco bebidas enlatadas para evitar el reflujo y los azúcares en exceso. Tampoco me hidrato a cada rato durante las carreras, bebo poco porque lo que más me importa es el antes y el después. Tengo que controlar la disipación del calor en mi cuerpo y los niveles de sudoración al correr.

4. Me inscribí a carreras hasta el segundo trimestre. Una vez que mi doctor vio que el embarazo era viable, me inscribí a mi primera carrera de 6k. Opté por hacer los splits de adidas hasta que la panza aguantara. En el trayecto se me cruzaron los 10k del 261 Women’s Marathon en Mallorca y los terminé perfecta con todo y jet lag. El último split de 9k lo disfruté tanto que hasta corrí más rápido. Pero la verdad es que no me preocupo por mis tiempos, evito el cansancio, lo que más me importa es compartir este momento con mi bebé. ¿Hásta cuándo? No sé, hasta que mi cuerpo me lo diga.

5. Utilizo un monitor. Siempre controlo mis pulsaciones y el ritmo que llevo, no me permito correr al mismo paso de antes de embarazarme. Por lo regular corro 1 minuto o hasta 2 minutos por km más lento que mi ritmo promedio previo. Mis pulsaciones deben ser máximo a mi 160 de mi FCM.

5. Uso medias de compresión. Indispensables para controlar el flujo sanguíneo y evitar la hinchazón y las várices en mis piernas. De hecho, desde el mes 2 se han vuelto mis compañeras aunque no corra.

6. Respeto mis descansos, escucho mi cuerpo. Si un día no tengo ganas de hacer ejercicio, simplemente no lo hago. Correr me ha enseñado a escuchar los llamados de mi cuerpo y a identificarlos de inmediato. Después de hacer ejercicio, siempre hago una siesta.

7. Medito al correr. Cada embarazo es diferente y mientras que con mi anterior hija meditaba al hacer yoga, con esta bebé lo hago en las carreras o en mis entrenamientos. Me gusta conectarme con ella en lugares al aire libre, platicarle del mundo y cantarle.

8. Hago una rutina de fuerza y yoga. En los días que no corro, hago yoga y dos veces a la semana realizo pesas en el gym. El peso que manejo es del 50% de mi capacidad y me ha ayudado a soportar el impacto en mis articulaciones porque la biomecánica de mi carrera ha cambiado y también, me ha ayudado a tener más fuerte la espalda y rodillas para soportar el peso ganado por la bebé. Hacer yoga en mi casa me relaja muchísimo.

9. Comparto la experiencia con mi familia. Esta es la mejor parte de toda la historia, tener un esposo e hija que me apoyan, que entienden que nunca haría nada que ponga en peligro a la bebé y que por sobre todas las cosas, ellos se ponen felices de vernos felices.

10. Lo disfruto. Correr para mí es «mi momento», así que mientras esas endorfinas de la felicidad se las transmita a mi bebé, vamos por el camino correcto.

Pues bien, yo guardo en un lugar especial las nuevas medallas que he ganado con mi segunda #bbrunner (como lo hice con la primera) y también los números de las carreras (siempre los tiro) pero en esta ocasión, mientras ella sea yo, correr le ha dado un sentido especial a mi vida y es el mejor momento para que mamá e hija se conecten.

Nos seguimos leyendo.

Sonia