Hace unos días subí un post a las redes sociales donde contaba mi experiencia como corredora después de haber sido operada de las rodillas hace más de 20 años y que, con ciertos cuidados, este año cumplí 26 años corriendo y lo mejor, sin haberme vuelto a lesionar.
Soy Sonia Chávez, fundadora de www.soycorredora.com y yo empecé a correr cuando tenía 14 años mientras vivía en Torreón, Coahuila. En aquellos tiempos, este deporte no estaba tan profesionalizado como ahora, ni había tanta información ni toda una industria que te ayudara como corredora recreativa a mejorar tu experiencia.
A los 19 años me operaron de las rodillas por condromalacia, un desgaste generativo en el cartílago de la rótula. Mi operación fue un éxito pero eso sí, el doctor, a pesar de trabajar con futbolistas, me advirtió: no podrás volver a correr ni a hacer ningún ejercicio de alto impacto. En ese momento, más que susto, significó un reto y fue así como asumí esto como una prueba que debía superar. Y aunque no soy médico, sí les quiero compartir los cuidados que tengo con mis rodillas y los errores que jamás volvería a cometer, los cuales me han funcionado para no volver a tener que parar de correr por un dolor en las rodillas.
- Voy poco a poco, siempre planeando. Mi principal error fue haberme atascado, sí, haber tratado de correr rápido y mucha distancia en poco tiempo. Mi primera carrera fueron 21k a los 16 años y para mí, los 5 y 10k me parecían poco. Con el tiempo entendí que era mejor trabajar con un objetivo, lograrlo y después de eso, ponerme otra meta. Entre más entreno para una distancia, es mejor. Entrenar por ciclos y con objetivos claros es fundamental.
- Si duele, he aprendido a descifrar la fuente del dolor. La experiencia me ha llevado a darme cuenta si el dolor es físico o es mental. Si no he sido mesurada con el entrenamiento, es obvio que que mis articulaciones se van a desgastar más rápido o se van a inflamar. Pero siempre me cuestiono ¿por qué estoy haciendo eso? ¿Qué estoy tratando de demostrar al entrenar de esa forma? Cuando me contesto eso, paso a la siguiente pregunta: ¿tengo miedo? ¿De qué? Y cuando soy sincera conmigo misma y acepto que una distancia, entrenamiento o algo que tenga que ver con eso, me pone nerviosa y me lleva a una lesión mental, trabajo en ello. Las rodillas siempre me hablan de ese miedo a someterme a una nueva distancia, a un nuevo entrenamiento. Yo sé que el dolor de las rodillas tienen que ver con el orgullo, el sometimiento, la modestia y la humildad. A veces necesitamos eso para regresar a nuestra condición humana y nosotros mismos la buscamos para crecer.
- Fuerza física antes que correr. Me costó mucho trabajo entender que para ser una corredora toda la vida, no había que correr siempre. Y cuando dejé de ser tan inflexible y acepté subirme a la bicicleta, aprender a nadar, hacer yoga y flexibilidad (algo que recomiendo mucho porque relaja mis músculos y tendones) y hasta patinar, las cosas cambiaron. Mi plan después de la operación contempla 3 días de ejercicio regenerativo que consiste en practicar otras disciplinas deportivas y además, ejercicios que trabajen en mi desequilibrio muscular. Sin embargo, siempre tengo un coach cerca que me orienta porque hubo algunas veces que me llegué a lastimar por hacer ejercicios intensos y cortos sin una orientación profesional.
- Trabajo mental constante. Una de mis mayores inversiones es, sin duda, pagar un psicoterapeuta. Muchas personas me han dicho que eso es dinero tirado a la basura, para mi no. Cuando yo decidí ser una corredora para siempre, eso implicó adoptar ciertos hábitos que iban en contra de lo que estaba de moda, es decir, yo no acepté llevar a mi cuerpo al límite, exigirle para sentir que estaba haciendo algo importante. Ustedes no saben lo difícil que fue llevarme bien con la paciencia, yo todo lo quería rápido porque así funciona mi cabeza y corría y corría sin parar. Por eso, siempre tengo una voz a mi lado que me ayuda a entender y lidiar con mis demonios, y a sacar provecho de esa ansiedad y miedo que me da por no hacer lo que hacen los demás. Lo mejor que me ha pasado es haber entendido que mi competencia soy yo, y que todos los días que entreno, no lo hago para demostrar que sí soy fuerte y que vale la pena llamarme corredora, lo hago para demostrarme a mi, y solo a mi, que entreno lo que me da la gana y ya no lo sufro, lo disfruto. ¿Y saben qué? Me encanta apoyar a otros corredores a que rompan sus marcas y lo disfruten.
- Hielo y rodillo por siempre. Ponerme hielo es un tip que me dio mi primer coach de entrenamiento, Fabrizio Chamor. Cuando tengo un día de entrenamiento intenso o bien, hice una distancia larga, me aplico hielo sin falta. Y me he comprado un rodillo con el cual me doy masajes cada vez que siento que mis piernas están muy cargadas. Estas dos cosas me ayudan a relajar mis músculos y tendones. Ah, se me olvida, también pongo las piernas en alto antes de dormir el día que entré mucho y voy a masajes de descarga cada mes.
- Los tenis, los mejores aliados. Por la naturaleza de mi trabajo, pruebo muchos tipos de calzados y marcas, pero como alguna vez les conté, solo me quedo con los que son para mi tipo de pisada y me acomodan mejor. Usar el calzado correcto es garantía para evitar lesiones. ¿Y saben qué? Hay modelos que uso y que son de hace 5 temporadas, pero son tan perfectos para mí, que no los dejo por nada.
- Calidad antes que cantidad. Ya no corro por correr, ya no me inscribo a todas las carreras, aprovecho las oportunidades pero hago un plan anual. Este año, por ejemplo, quiero correr más rápido porque a pesar de los 26 años que tengo como corredora, siempre tengo algo nuevo por aprender. A mi me funciona mejor tener una guía a mi lado y siempre trato de tener un coach que me diga hasta dónde puedo llegar y que me haga un plan de acuerdo a mis planes, estilo de vida y edad. Yo no acumulo kilómetros nomás porque sí, ya no me desgasto con eso, más bien, me ayuda el saber que tengo reservas para todavía bajar mis tiempos en esta etapa donde se pueden mejorar tiempos.
- Comer bien para estar bien. Yo tampoco entendía que una buena alimentación ayuda a tener las piernas listas para correr. Por ejemplo, consumo alimentos con ácido fólico para permitir la regeneración de las células, aminoácidos para acelerar la recuperación muscular en entrenamientos prolongados y mi dosis diaria de proteína hidrolizada después de entrenar. Todo eso, me ayuda a evitar lesiones.
- Descanso mental y físico. Lo más importante de todo. Cuando me operaron, yo creía que si descansaba iba a desperdiciar tiempo que bien podría aprovechar para entrenar y correr más rápido. No fue así. Entendí que los días de descanso son sagrados y que debía tomarlos aunque no quisiera. Cuando lo hice, jamás me volví a lesionar porque le daba el tiempo necesario a mi cuerpo para recuperarse de la intensidad del entrenamiento. Y si hay días donde necesito un poco más, me doy el tiempo sin culpa, incluso por una cuestión mental me sirve para no agotarme de correr.
El calzado con el que todas deberíamos correr: Nike Pegasus 35
A mi todas estas cosas me han servido para no volver a parar por una lesión en las rodillas. Mi deseo es seguir corriendo por muchos años más, acabarme mi energía poco a poco, sin prisas porque con eso, es obvio que me lesionaré. Yo estoy convencida que las mejores cosas se dan poco a poco. Y no quiero que mis rodillas vuelvas a lastimarse e impedirme seguir haciendo lo que más me gusta, pero sobre todo, no quiero que mis pensamientos me limiten.
Platíquenme su experiencia.
Sonia Chávez
@sonitachavez