Soy Gloria Delzo y quiero contarles mi historia como corredora, espero que les agrade.
– Pero mamá, ¿por qué no corres con papá y conmigo?
-Hijito, estoy cansada, yo los espero en el carro ¿sí?
–Pero mamá, ¡acabas de levantarte!
Era lo que siempre le decía a Sebas y lo que el siempre me contestaba cada vez que íbamos al Pentagonito su papá, él y yo. Corría el año 2007 si no me equivoco, mi hijito con poco más de 5 años ya se daba dos vueltitas al Pentagonito en su bicicleta y a veces lo hacía corriendo. Para mí me era mucho más cómodo quedarme en el auto leyendo el diario del día, tomando una gaseosa de medio litro y mis infaltables papitas Chipy, escuchando la música del momento en mi mp3 de 256MB.
Por aquel entonces aún era difícil pensar en tener un spotify en el celular, mucho menos tener un smartphone en el bolsillo. También correr me parecía lo más absurdo y aburrido del mundo, yo creía que me era mucho más útil seguir descansando dentro del auto que salir a correr. El Pentagonito, como nosotros lo llamamos, es una entidad del Estado, cuyo perímetro mide 4.200 km y es usado por muchos runners para correr alrededor de él.
No sé qué hubiera pasado si hubiera empezado a correr en aquel entonces, tampoco me quita el sueño pensar en eso, solo se que comencé cuando Dios así lo dispuso, a mediados del 2015, en el momento preciso, ni antes, ni después.
En mayo corrí 21km en la Maratón de Lima que se llevó a cabo en Lima, Perú y tal vez para algunos sea poco, pero ¡para mi fue dejar mi vida mientras corría! Esa emoción de estar logrando lo que jamás imaginé hacer, esa sensación de libertad y felicidad extrema, de sentir que falta poco para llegar a la meta, ver la solidaridad de gente que jamás has visto mientras corres, gente que te dice: «¡Falta poco! No te rindas!», gente que se detiene para preguntarte si estás bien, ¡eso es una sensación inimaginable!
¿Saben algo? Me aterra la idea de correr 42km, me da miedo pensar en eso, pero a los miedos hay que enfrentarlos, la vida está llena de retos y hay que saber asumirlos. Tengo 365 días para cambiar el chip de mi cabeza, hasta que llegue a Lima 42k 2018, y demostrarme a mi misma, una vez más ¡que puedo lograr lo que jamás pensé!. Tengo una nueva misión: volver a borrar las dos primeras letras de la palabra IMPOSIBLE.
En lo que estoy segura que fallaré al 100%, es en todo aquello que jamás me atreva a intentar, no se si lo lograré, pero lo que sí tengo claro, es que tengo una inmensa fuerza de voluntad y una perseverancia que me empuja siempre a avanzar más y más. Se me vienen entrenamientos muy fuertes si quiero correr mis primeros 42km, pero con Dios guiando mis pasos, teniéndolo siempre presente en mis pensamientos y en mi vida, ¡estoy segura que lo podré lograr!.
Lucha siempre por lo que quieres, da el primer paso de una vez y si ya lo diste y las cosas no salieron como querías, toma la decisión firme de volverlo a intentar. Rendirse no es una opción, jamás lo fue para mi y nunca lo será.
A dejar de decir: «deseo» y comienza a decir «¡Lo haré!»
Saludos desde Perú