Si eres corredora seguro este artículo te sacará una sonrisa, estarás de acuerdo o quizá hasta quieras agregar algún punto más. Pero si no lo eres, queremos que lo tomes en serio, solo queremos que nos entiendas un poco, no es tan complicado y ¿te decimos algo? nada es contra ti.
- Hora de despertar y hora de dormir. La mayor parte de las corredoras nos levantamos muy temprano. Algunas desde las 4am ya estamos pensando en lo que vamos a hacer ese día porque manejamos un ritmo más acelerado y una gran organización que alguien que no corre. La hora de dormir es casi como el horario de un niño, a las 10 pm ya estamos en pijama porque al otro día un entrenamiento nos espera. Este es un hábito donde desarrollamos la disciplina y nos encanta.
- La comida se mide en nivel nutricional. ¡Malas noticias para los que aman la comida chatarra! Con el paso del entrenamiento, los hábitos alimenticios cambian como resultado de las exigencias del entrenamiento. Nosotras no estamos a dieta, cuidamos nuestro cuerpo al cual vemos como la máquina que nos lleva a conseguir nuestras metas. Simplemente decidimos comer saludable porque sabemos que eso nos ayuda a mejorar el rendimiento y por lo tanto, nos da la oportunidad de correr más y mejor. En una casa es perfectamente normal tener dos despensas, la de los que no corren y la de la corredora.
- El clóset y las compras cambian. Las corredoras estamos interesadas en calzado deportivo, tops, t-shirts, gorras, tights, guantes, gorros, lentes para correr, relojes, carreras en otras ciudades o países, pago del gym o del coach y hasta en el bloqueador más poderoso, entre otros. Algo de esto sería un gran regalo, por cierto. Nuestro presupuesto asignado es para comprar eso, los zapatos ya pasaron a segundo plano.
- Las vacaciones deben tener una carrera. ¡Si hay una carrera dentro del plan vacacional, mejor! Si alguien quiere hacer feliz a una corredora, que haga caso a esta recomendación. Para nosotras no solo es una manera de unir a alguien como pareja, de pasar tiempo de calidad con la familia o con los amigos, es una forma de demostrarnos que somos importantes y nosotras queremos compartir nuestro esfuerzo y contagiar nuestra felicidad.
- Horarios estrictos. Para las corredoras los retrasos no deberían existir porque siempre tenemos el tiempo contado. Como el día empieza con un entrenamiento o acaba con él, es importante que lo demás esté en perfecto orden para no dejar de correr. Manejamos una agenda más organizada aunque también somos flexibles, lo aprendimos corriendo.
- No hay negociación para dejar de correr. A ninguna corredora se le puede chantajear con ese tema, si le dan a escoger de verdad la ponen en un dilema y hay muchas más posibilidades de que elija lo que los otros no querían. El momento de correr en nuestra vida es intocable, preferimos negociar horarios y días a que tengamos que abandonar nuestra pasión.
- La vida es más ligera. Una corredora sabe que nada dura para siempre, lo ha aprendido y practicado en las carreras, por ello, es normal que enfrente con más tranquilidad los problemas y desafíos de la vida. Estamos acostumbradas a los retos y a superarlos, así que siempre buscaremos soluciones para enfrentar lo que consideramos «otra carrera más». Eso sí, que los demás se acostumbren a que todo lo comparamos con correr.
- Somos más intensas y entregadas, cero aburridas y algo masoquistas. Lo somos para todo. Es más, hemos amado tanto que cuando esa relación se rompió, lo que nos secó las lágrimas fueron los kilómetros acumulados. Damos lo mejor de nosotras a nuestros más allegados porque eso lo aprendimos mientras estuvimos entrenando para una prueba, que si no damos lo mejor, sabemos las consecuencias en nosotras y en los que están cerca. O ¿han visto que aunque las ampollas nos duelan, estamos felices porque ellas son el resultado de un logro inolvidable en nuestras vidas?. Vivimos el momento pero siempre estamos pensando en superarlo y en vivir una experiencia diferente. Pero que quede claro, la vida ordinaria no es para nosotros.
- Controlamos el miedo mejor. Aunque parezca que no tenemos miedo, sí lo tenemos, pero lo convertirmos en nuestro motor para hacer cosas. ¿Ustedes creen que no nos da miedo un maratón? Claro que sí, pero armamos un plan que nos de confianza para llegar muy fuertes a la prueba. Cuando cruzamos la meta, nadie se acuerda de que tuvimos miedo.
- Somos más felices, nos aceptamos y amamos lo que hacemos. Las endorfinas y la cantidad de hormonas que liberamos cuando corremos nos ponen de buen humor y aceptamos nuestra condición humana y aprendemos a reconocer nuestro poder. A veces utilizamos a correr como terapia para cambiar lo que no nos gusta y hemos hecho de nuestro entrenamiento nuestro momento de meditación. Esto se aprende en los entrenamientos y carreras.
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