Hace un par de semanas murió mi papá y en estos últimos días he reflexionado sobre lo que como padres enseñamos a nuestros hijos. Soy Corredora desde hace más de 20 años y les cuento que cuando yo empecé a correr, mi papá que no era corredor pero sí beisbolista por hobbie, me apoyó de la mejor forma para que yo cumpliera mi sueño, esa que yo necesitaba. Creo que solo fue un par de veces a echarme porras a una carrera y no porque no me quisiera, sino porque siempre dejó que lo disfrutara como a mi mejor me pareciera, me hacía reír mucho y nunca estuvo decidiendo por mi en algo tan personal.
Su forma de demostrarme su amor podría parecer rarísima para muchos, quizá hasta fría, pero para mí era la más adecuada, nunca me limitó, me dejó volar y me dio la seguridad para entender que no necesitaba el apoyo de nadie más si me tenía a mi misma. Cómo olvidar que cuando era adolescente me prestaba el coche para salir con mis hermanas y amigos al antro, no me ponía hora de llegada pero sí me pedía que no bebiera alcohol, siempre me dijo que era más fácil que me pasara algo en esas condiciones…eran otros tiempos, lo sé. ¡Pero fue lo mejor que me pudo hacer enseñado! Tenerme a mí misma.
Me gustaría compartirles lo que me enseñó y cómo eso lo apliqué a las carreras y a mi vida profesional y porqué quiero transmitirles esto a mis hijas.
- Si te gusta algo, busca hacerlo lo mejor que puedas aunque parezca una locura. Lo recuerdo trabajando mucho, siempre aprendiendo, autodidacta, devorador de libros de todo tipo y de periódicos, amante de la buena música. Primero fue empleado, luego su propio jefe. Montó su negocio de la nada y de ahí mantuvo a 5 hijos, nos pagó excelentes escuelas, nos regaló vacaciones increíbles y nos dio alas para valernos por nosotros mismos. Siempre al pendiente de todo, cuidándome y riendo, sin duda, el papel de papá era el que mejor le salía. Entregado hasta el final. Y eso me lo llevé a las carreras y hoy, a soycorredora.com. Entrega total si amas algo.
- Arriésgate siempre. Su pregunta favorita era: “¿y por qué no?” Y cuando me la decía yo contestaba: “pues sí ¿verdad?”. Siempre me recomendaba que fuera a donde quisiera ir, que lo que había en este mundo era para mí y que el “no” ya lo tenía. ¡Cómo olvidar que me enseñó a montar a caballo! Un día él se cayó sobre un cerro de sal en Baja California y siempre me dijo que fue la experiencia que más le enseñó, le hizo levantarse y arriesgarse contra todos los pronósticos que decían que no volvería a caminar. Y así pasó, cuando hice mi primer maratón me pregunté: “¿y por qué no?” y ahí me tienen, corriendo 42k, algo que yo no quería pero que después supe que era la distancia que más me iba a enseñar. Me felicitó y me dijo: “lo bueno es que no te moriste, felicidades”. Esa enseñanza me la llevé al crear soycorredora.com y cuando se lo conté, me dijo: “ay que interesantes tus aventuras, si te va bien, ahí sigue con tus corredoras”. ¡Sabía escuchar a una mujer, nunca me interrumpía mis conversaciones!.
- Deja que el miedo sea tu motivación. Lo recuerdo diciéndome: “no tenga miedo güerita”, yo era su güerita. Cuando me fui a vivir sola a otra ciudad me pedía que nunca hiciera caso a malos comentarios, me enseñó a lidiar con lo que mi presencia podría provocar en la vida de alguien más y siempre me pidió compasión para ellos y para mi misma. Me prohibía sentirme culpable por hacer lo que quería aunque a otros no les gustara.
- No quieras ser como yo, sé tú misma. El no me enseñó a correr, eso me lo sugirió mi mamá, pero lo recuerdo diciéndome: “¿si te gusta eso?” Y yo le decía que sí, y solo me pedía que lo hiciera como mejor me pareciera, que no compitiera con mis hermanos que también corrían, sino conmigo misma, que me compara con lo que había hecho antes para ver mi verdadero progreso. Y así lo sigo aplicando en mis carreras y en mi vida profesional, yo me comparo conmigo misma.
- El cielo es el límite. ¡La mejor de todas! Decía que lo único irremediable era la muerte así que si tenía vida, estaba obligada a ser feliz.
- Siempre adelante en pocas cosas, no atrás en muchas. Me tranquilizaba cuando algo no salía como quería. Afirmaba que había días donde me iría bien en la escuela o en el trabajo, pero quizá como corredora no (o en cualquier otra faceta de mi vida) y lo tenía que aceptar y aprender de la experiencia. Sin embargo, siempre me repetía que volviera con él si necesitaba ayuda pero que si no, hiciera las cosas a mi manera.
- Cuando algo no te guste, vete porque los mártires y santos solo están en las iglesias. Me preguntaba: “¿quieres estar ahí?” y yo contestaba: «pues no». Me enseñó a escoger las batallas y así, a disfrutar de mis carreras. Lo recuerdo un día después de correr una distancia larga para un maratón, llegó a rescatarme cuando se me había bajado la presión. Me dio una Coca Cola y me dijo: “¿apoco sí necesitas hacer esto para demostrar que eres fuerte?”, palabras duras pero sabias.
- Disfruta todo y ríete de la vida, que el dinero no te impida hacer las cosas. Me mataba de la risa con sus ocurrencias, tenía un humor negro maravilloso. Siempre me dijo que no me tomara la vida tan en serio y se burlaba de todo, es más hasta cuando le dieron infartos se reía de él. Decía que si algo sobraba en la vida era el dinero porque ese nomás va y viene. Y hoy me río de todo, hasta de mí y de mis errores o de mis pensamientos negativos en una carrera. Como corredora siempre piensas que pudiste haber dado más pero cuando me pasa, me acuerdo de: “ay, ya no la hagas de tos y síguele” o “tiende a subir y a reírte, no subas a tender y a llorar después”.
- Confía en Dios y en ti. Fin de la conversación.
No, mi papá no era corredor pero siempre me apoyó en esa locura. No necesité que lo fuera para inspirarme, a mi lo que siempre me inspiró fue su actitud ante la vida. Siempre guerrero, hasta el final de sus días con la enfermedad de moda: cáncer. Expresaba poco sus sentimientos pero no hacía falta, siempre estuvo para mí. ¿Necesitaba regalarme algo más? Quizá lo pensó y me besó las manos antes de irse. Pero la realidad es que solo quiero agradecerle haberme enseñado todo esto, haberme enseñado lo que era la libertad y sobre todo, haber sido mi papá. Y ahora le toca a él hacer lo que le da la gana, donde quiera que esté.
Hasta siempre pá.
Nos seguimos leyendo
Sonia Chávez
@sonitachavez