Si son corredoras como yo y tienen hijos, seguro se han preguntado si ellos desearían seguir nuestros pasos. A mi me pasó y esto fue lo que hice para enseñarle a amar el deporte que a mí tanto me gusta.

Dicen que la palabra convence pero el ejemplo arrasa y no es ninguna sorpresa que nuestros hijos quieran correr o que nosotros soñemos con que se vuelvan corredores. Yo corro desde hace 23 años, empecé a los 15 años en un parque, pasé una temporada en la pista, después me fui a las carreras de ruta, corrí embarazada y también con mi hija en la carreola.

Pero un día, mi minirunner me pidió competir en una carrera y decidí que lo hiciera en una para niños. Fueron 50 mts y tenía 3 años. Recuerdo que iba aplaudiendo y aventando besos durante el trayecto, recibió su primera medalla y estaba feliz. Un par de meses más tarde compitió en otra de 50 mts y ganó el 2º lugar de su categoría, ahí entendió que sí tenía que correr y dejó los besos para otras ocasiones. Ese año también decidió no competir más y se dedicó a entrenar natación y Tae Kwon Do, lo cual respeté.

Hace un par de meses me pidió que la inscribiera a un equipo de atletismo, tiene 6 años y la llevé con un entrenador especializado en niños. Más que “entrenar” como si fuera algo profesional, se trata de hacerlo como un juego. Y aquí les dejo las razones por las que he decidido que sea así.

El Dr. Mark Halstead, pediatra especializado en medicina deportiva de la Universidad de Washington, afirma que en la última década ha habido un crecimiento impresionante de niños corredores. Es común ver a niños de 5-6 años que ya entrenan atletismo en los equipos de su escuela y hay chicos de entre 15 y 18 años que ya compiten en carreras de 5 y 10k, algo que antes solo los adultos lo hacían. (Bueno, en mi caso mi primera carrera fue un 21k a los 17 años y me tuvieron que operar las rodillas dos años después gracias a la sobrecarga muscular, pero esa es otra historia).

Sin embargo, Halstead sugiere que los niños participen en las carreras que son exclusivas para ellos, es decir, aquellas que tienen distancias adecuadas para su edad.

Y aunque hay deportes como el fútbol donde los niños llegan a correr hasta 5 kilómetros o más en un juego, el tema es que todo depende del desarrollo físico y psicológico del niño y del programa de adaptación al deporte que sigan. En el caso de correr, es una disciplina más amigable para aquellos que no les gustan los deportes en equipo y en la cual, pueden ir al ritmo que ellos deseen. Aquí lo importante es que ellos quieran practicar ese deporte y no sea una imposición puesta por nosotros que somos papás y mamás que corremos.

Un estudio publicado en 2011 por la revista Clinical Pediatrics demostró que correr es una habilidad del aparato locomotor que se empieza a desarrollar a partir de los 18 meses y alcanza su madurez entre los 4 y 6 años de edad. Pero no todos los niños logran el rendimiento deseable, un chico que va a ser atleta destacado tiene un programa de entrenamiento basado en factores fisiológicos.

Si tenemos el caso de que a uno de nuestros hijos en verdad le guste correr, existen numerosas investigaciones que demuestran que no hay beneficio alguno en que entrenen de forma intensa antes de los 13 años. Los resultados demuestran que antes de esa edad los niños no tienen las hormonas necesarias que les permitan adaptarse al entrenamiento y por lo tanto, no es recomendable que corran de forma intensa o hagan carreras de resistencia.

Un adolescente que empieza a correr a los 13-14 años y bajo un programa de adaptación razonable, donde desarrolla sus capacidades y acumula kilometraje poco a poco, podría ser un mejor atleta con un mejor VO2 max que aquel que empieza antes con entrenamientos intensos o bien, que corre a los 15-16 años y aumenta el kilometraje de forma repentina y sin una guía (como a mí me pasó).

Otro de los riesgos comprobados en niños que entrenan de forma intensa o prolongada es que son más propensos a lesionarse, sobre todo, si no tienen el descanso adecuado entre sesiones, donde las exigencias del entrenamiento y las carencias fisiológicas para soportar la intensidad del trabajo, no les permiten recuperarse al 100%. También es importante poner atención a la hidratación y alimentación, además de evitar el agotamiento físico y exceso de entrenamiento que les pueda provocar fracturas por estrés.

Pero un problema que es más serio y merece nuestra atención, es la falta de variedad en el entrenamiento. Muchos padres creen que el niño solo debe correr y acumular kilómetros como lo haríamos nosotros. Una investigación de la Universidad de Sur de California, sugiere que los niños deben practicar diversos deportes o bien, que si entrenan atletismo el programa incluya ejercicios que desarrollen la condición física antes de especializarse en una prueba. El fisiólogo deportivo Pete Pfitzinger afirma que si un niño hace otros deportes además de correr entre los 6 y los 12 años de edad, prepara los huesos, ligamentos, tendones y músculos para un entrenamiento más intenso y prolongado en su etapa adulta. Cuando se es niño lo importante es desarrollar una buena biomecánica de carrera que se conseguirá con un plan que comprenda no solo la parte aeróbica sino también la de fuerza. Para el científico Tim Noakes, autor del libro Lore of Running, los niños deben empezar a correr después de los 6 años con una formación debidamente enfocada.

Y el riesgo más alto es el sobreentrenamiento mental. Lo que buscamos es que los niños amen el atletismo no que lo odien. Lo que puede empezar como un juego se puede convertir en una tortura cuando se les exige más de lo que pueden dar. El desgaste físico se puede reparar con una etapa de descanso y recuperación adecuada, pero es más difícil trabajar en el agotamiento emocional de un niño deportista, producto de una presión excesiva por conseguir ciertos logros. El sentimiento de fracaso es algo que debemos evitar en esta etapa.

Los niños no deben entrenar como adultos. Ellos van a su propio ritmo y necesitan de nuestro apoyo para desarrollar sus capacidades. No es una actitud responsable pedirles que corran nuestras distancias, que participen en carreras de adultos ni que vayan a nuestro ritmo, no se trata de mediocridad sino de sentido común, ellos no han terminado de desarrollarse y el reto más grande es que no terminen odiando el deporte.

En todos estos años como corredora y mamá, he aprendido que dar un buen ejemplo es determinante para que amen el deporte en general, no solo correr. Yo tuve que dejar de hablar de dietas y fracasos en las carreras, todo es aprendizaje, experiencias y nutrición balanceada para rendir mejor.

Todos sabemos que correr sin una guía profesional puede llevar a lesiones en los adultos, ahora imaginen en los niños. Un nuevo estudio que duró 14 años, reveló que el número de lesiones relacionadas con el correr entre los niños aumentó en los últimos años, por ejemplo, en Estados Unidos pasó de 11,706 lesiones en 1994 a 15.663 lesiones en 2007. Todo esto como resultado de una guía equivocada en el entrenamiento.

No les obliguemos a cumplir nuestros sueños, esos nos corresponden a nosotros. Es muy fácil caer en el juego de “demostrar” que nuestro hijo/a es un súper corredor y que va a lograr metas importantes, es más, que va a correr más rápido que nosotros. ¡No lo hagan por eso! No les den esa responsabilidad, los van a “quemar” mentalmente. Si quieren que llegue con ustedes a la meta y viva esa emoción, invítenle a correr con ustedes los últimos metros, se van a divertir mucho. En mi caso, lo hago cuando se puede y hasta le entrego mi medalla.

Mi hija hace maratones, pero NO de correr. Si quieren manejar términos de corredor en casa, lo pueden hacer. Armen “maratones” de libros, cuentos, juegos, documentales, etc… también es muy divertido.

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Sonia Chávez

@sonitachavez