Quien diga que casarse con una corredora es fácil y más si para el otro el deporte no es una prioridad en su vida, está destinado al fracaso. Las cosas cambiaron cuando decidió unirse al club de Esos Locos que Corren.
Sí, esta es mi historia, nuestra historia. Ustedes saben que soy corredora desde hace 21 años y que salvo por las lesiones, correr es parte fundamental de mi vida. Nunca fue fácil que él entendiera esta locura, lo sé. En 2008 y 2009 hizo dos carreras de 10k, la famosa Human Race pero en la última me advirtió: «jamás vuelvo a correr».Lo entendí, si no te gusta, no te gusta y punto.
Pasaron los años, seguí con mis maratones y sin comprenderlo me daba su apoyo, a su manera. La verdad es que tienes que vivirlo para entenderlo.
Soñaba con cruzar la meta con él pero no, no había manera y desistí. Sin embargo, yo nunca dejé de correr por él. Si llegábamos al extremo de decidir: o la carrera o yo, él sabía la respuesta.
El año pasado, me inscribí al gym y al comprar la membresía le llamé para preguntarle si pagaba la familiar o mi individual con la de mi hija, estaba frente al ejecutivo de ventas y debía darle una respuesta. Lo pensó unos minutos, me puso pretextos de tiempo y dinero y lo escuché con paciencia, le dije que yo me inscribía en ese momento, al final me dijo: «ok, inscríbeme».
Se tardó un mes en ir y cuando por fin lo hizo, escogió nadar. Un año antes había estado en el Bikram Yoga y se había sentido bien pero se aburrió al año. Pero la natación lo transformó, a unos meses se le notaba el cambio, pero había algo que le faltaba.
Algo pasó, de pronto la vida nos puso en la disyuntiva de cambiar el ritmo de nuestra relación. Y él cambió, yo cambié.
Lo llegué a acompañar a las taquerías, yo sólo lo veía, no comía nada de eso. Pero un día, desde lo más profundo de su ser, tomó conciencia. Yo dejé de decirle que debía hacer ejercicio y comer mejor. Pensé que si iba a cambiar lo haría él solo, convencido de que era lo mejor y así fue.
De pronto, empezó a comer la mitad de lo que comía, iba al menos 4 días a nadar, él nada desde pequeño…y un día maravilloso le entró el gusanito de hacer un triatlón, le pidió a Sergio Rodríguez, coordinador de Sport Life y triatleta, que le ayudara con su entrenamiento de natación porque su plan era hacer un sprint.
Y un día me pidió que le permitiera acompañarme a correr, fuimos al Sope, 11:00 am. Terminó feliz y me dijo que se sentía fuerte y con ganas de correr mucho. Dejó de nadar un tiempo y yo decidí tomar la resolución por la cancelación del Maratón de NY 2012, de hacer el Half Marathon el 17 de marzo de este año. Me preguntó cómo íbamos a festejar nuestro aniversario de bodas y le di la opción de que lo hiciéramos en NY. Su respuesta fue: «yo también quiero correrlo». Faltaban menos de 2 meses pero ya había corrido muy bien, le di consejos, me lo llevé a entrenar, por primera vez no ponía resistencia a mis recomendaciones. Se compró sus tenis, empezó a hablar de carreras y en el Running Day no perdió oportunidad de pedir consejos a los expertos que nos acompañaron. Rubén Romero le recomendó seguir el sistema de Jeff Galloway de caminar y correr 13 min corriendo x 2 min caminando y hacer negative splits. Lo hizo y lo adoptó.
Tres semanas antes corrimos 16K en la Alameda 2000, los terminó sin problemas. Le dije que estaba listo. Había perdido 17 kilos y 3 tallas. Entrenó y entrenó, ahora él solito controlaba sus ganas de comer «porquerías». Nunca hizo una dieta como tal. Compró su número en Plaza Maratones y armó todo el plan para venir a NY. Ya no sería espectador, ahora sería protagonista. Mientras a mí una dermatitis nerviosa a causa del estrés acumulado por el trabajo me había alejado de correr unas semanas, me hacía feliz su empeño. Quizá yo no haría mi mejor tiempo pero si él llegaba a la meta, mi medalla me sabría a récord personal.
Y así fue, una noche antes hicimos una visualización de su carrera, de las razones por las que estaba ahí y de qué quería conseguir con esto. Él sólo sabe las respuestas. El único consejo que le pedí que tomara como una orden, era que se divirtiera y lo disfrutara, correr no duele, correr te da felicidad.
Llegamos a Central Park, muertos de frío, y le di un abrazo y un beso, le dije que lo esperaba en la meta. El estaba en otro corral.
Nunca desistió, nunca dejó que malos pensamientos se apoderaran de él, corrió con el 13:2 y al final cerró, su primer 21k y lo hacía en parciales negativos en 2:21, como lo hacen los grandes corredores.
Cuando lo vi llegar con su medalla, con su cara roja por el frío y su kit de recuperación en la mano, por primera vez una carrera me hizo llorar. Lo abracé y mientras sus lágrimas mojaban mi cara, no me aguanté. Yo muchas veces lloré porque el no comprendía mi pasión por correr y hoy lo hacía porque ya era corredor y por fin entendía lo que implica.
Este es un récord personal que me tomó 6 años conquistar y no me arrepiento. Ya saben que si algo disfruto de correr es de poder divertirme, de aprender, para mi competir con los demás no es opción, nunca esperen que yo viva torturada por tiempos y esas cosas, correr es mucho más que eso, es una lección de vida.
*Publicado el 18 de marzo de 2013