Hay muchos motivos para empezar a correr, muchos kilómetros por recorrer, muchas experiencias por acumular. Pero estas 4 etapas en la vida de una corredora las tienes que vivir intensamente.
El primer motor. Sea cual sea la razón por las que empezamos a correr, el día que decidimos ponernos los tenis por primera vez y experimentar la sensación de libertad que produce y logramos engancharnos, queda ese registro en nuestro cerebro que vamos a querer repetirlo cada vez con más frecuencia y entusiasmo. Es esta primera etapa descubrimos que hay un nuevo estilo de vida, otras formas de alimentarnos, otras maneras de pasar un domingo corriendo y ahora hasta tenemos necesidad de comprar zapatos diferentes a los que estamos acostumbradas.
El contagio social. Esta es una etapa maravillosa donde queremos estar en todas las carreras, en donde hacemos nuevos amigos que nos motivan. En esta primera euforia social empezamos a tomar conciencia de la importancia de prepararnos para correr mejor, quizá empecemos a probar los beneficios de tener una guía nutricional y queremos estar más informadas que nunca. También nos damos cuenta de que existen las lesiones y las debemos tratar.
La competencia. Aquí empezamos a retarnos a nosotras mismas, quizá empezamos a planear bajar tiempos, buscamos asesoría personalizada, hacemos un programa para mejorar nuestro rendimiento y es una etapa demandante y fuerte donde tenemos que superar nuestros límites. En esta fase no solo se ganan récords personales o medallas, también el conocimiento de lo que somos capaces como personas y obviamente, nuestra autoestima se eleva.
El simple gusto. Y después de cumplir objetivos, llegamos a una etapa donde nos olvidamos de las presiones competitivas. Ya corremos porque es parte de nuestra vida y es una linda forma de expresarnos. Cada vez necesitamos menos el reconocimiento por correr y simplemente lo hacemos porque nos gusta. Es la fase más elevada de amor por el running y es la que dura mucho tiempo.
¿En cuál etapa estás como corredora? Cuéntanos.