Correr se convirtió en mi espacio personal desde que tenía 14 años. Ha sido mi compañero, mi confidente y de cierta forma, la hizo de mi terapeuta. Correr siempre tendrá un lugar especial en mi corazón.
- Me conecta conmigo. Les juro que despierto todas las mañanas esperando ese momento conmigo misma, pueden ser minutos o varias horas de aprender a conocerme, de meditar, de conectar con esa fuerza interna, de regalarme pensamientos tanto negativos como positivos y aprender a procesarlos. Esos instantes corriendo no son negociables, no se pueden sustituir con nada, siempre los reservo solo para mí.
- Me ayuda a creer en mí. Desde el día que di esa primera zancada y sentí que no lo iba a lograr, me demostró que con disciplina, tenacidad, ilusión y determinación podía superar cualquier reto. Aprendí a darle fin a la desidia, a levantarme con una sonrisa cuando caía, a siempre ir por más y eso, me lo llevo al día a día.
- Me da recompensas. Las medallas son un ejemplo de tantas cosas que me regala correr. Cada vez que las veo recuerdo el proceso antes de ganarlas. Me ha dado la posibilidad de tener experiencias increíbles como conocer amigos, viajar, disfrutar más de las cosas, compartir mi pasión con mi familia y amigos, motivar a otros, etc.
- Me da paz. Nunca me he arrepentido de haber ido a entrenar o competir. Correr siempre me relaja y me hace sentir que estoy dándole un lugar especial a mi cuerpo. Siento que lo cuido, lo escucho y lo premio, así mi mente se siente agradecida de poder hacerlo.
- Me hace más social. Correr me ha hecho conocer personas increíbles que me inspiran, me apoyan y me dan lecciones. No hay nada más reconfortante que leer mensajes de apoyo previo a una carrera, felicitaciones al terminarla, abrazos cuando llego a la meta, ¡eso me hace sentir muy especial!
- Me hace olvidarme de los estereotipos. Al correr me olvidé de mantener un cuerpo estereotipado, ese que dicen que debe tener ciertas medidas de cintura o cadera. Para mí lo más importante ha sido tener un cuerpo fuerte y saludable, que se la rife para terminar entero una carrera o maratón. Cuando me veo en el espejo siempre le digo: «eres maravilloso».
- Me hace feliz. Después de todo lo anterior, sinceramente corro porque me hace feliz. Correr siempre me va a regalar esa dosis de endorfinas que me llevan a estar en las nubes, ese subidón de adrenalina antes de competir que me hace sentir poderosa, ese cansancio que me da tanta paz. Es obvio que mi cuerpo y mente lo necesita.