Las personas tóxicas están a la orden del día, y lamentablemente pueden influir en nuestros pensamientos positivos, y fungir como “vampiros de energía”, ¡cosa que no queremos!
Así que si tú, como yo, has estado expuesta a una persona tóxica, seguramente también decidiste ponerte tus tenis y salir a correr en vez de escucharla.
Hubo una ocasión en especial en la que encontré el alivio con mis mejores aliados: mis tenis.
Recientemente estábamos en una reunión en mi casa, ese tipo de convivios en el que tíos y tías creen que es bien visto opinar sobre la vida de los más jóvenes por su inexperiencia.
Debo partir platicándoles que soy de una complexión muy delgada, siempre he sido atleta de fondo y mi cuerpo se desarrolló así; corro desde que los ocho años, hoy tengo 28.
Titularé esta experiencia como: “Lo que callamos las flacas”, pues el tema central de la conversación entre familiares comenzó cuando una de mis tías cuestionó mi peso…
“¿Por qué estás tan flaca? ¿Qué, no comes…?”, fue su poco acertado comentario. Casi me atraganto cuando escuché tal pregunta/afirmación.
“Sí como tía, y como mucho, pero el entrenamiento me mantiene en forma”, respondí educadamente. Me paré de la mesa, subí a mi cuarto a ponerme mis tenis, bajé, dije provecho y puse mi cronometro a correr.
Me fui reflexionando de los comentarios tóxicos que escuchamos día a día, y de lo frustrantes y dañinos que pueden llegar a ser si no los reconoces como tales.
Fue gracias a mi reacción que, desde esa vez aprendí a detectar el tono de una persona tóxica queriendo hacerme sentir mal por mi físico o por las cosas que hago con gusto y que me llenan a mí sin importar el qué pensarán de los demás.
Así que si más de una vez te has encontrado cerca de una persona tóxica, que lejos de creer en tus sueños o en tu valor como ser humano, te cuestiona, juzga y critica, te invito a ponerte los tenis y hacerlos una vez más tus aliados de aventura.