Mi cronómetro marca 2:06, mi gps detecta 21K, 660m…hacía tres minutos que había pasado los 21K…y me pregunto ¿si es verdad? ¿lo hice otra vez? Sí, ¡bajé mi tiempo una vez más!
No estaba en mi país, no había nadie de mi familia esperándome. Enmudecida, yo sólo quería terminar de observar cómo son las carreras en Sudamérica y cómo era la Media Maratón de Bogotá. Llegué el jueves 26 de julio por la noche a Bogotá, una ciudad que tenía en mi lista por conocer. Yo amo viajar, aunque últimamente, dejar a mi hija en México me rompa el corazón. A mi me enseñaron que la vida se entiende mejor viajando y ahora de grande, yo estoy convencida que corriendo las ciudades es todavía mejor.
Ese día me encontré con grandes amigos del running como Khadine de adidas y Carlos de Soy Maratonista, pero también conocí a otros amigos periodistas que ahí se encontraban. Cenamos en Andrés DC, un restaurante super cool y obligatorio para todos los que visitan Bogotá. Llegué a dormir a mi hotel con un dolor de cabeza impresionante que me había invadido al bajarme del avión, llegué a pensar que «ahora resulta que a esta chilanga le pega la altura». Los siguientes días visité la Expo y obviamente, el dolor de cabeza no cedía. No dejaba de leer mi libro Waterlogged, el último de Tim Noakes, el mismo que escribió Lore of Running, el que es considerado la «biblia del corredor». Pensé que ese dolor de cabeza era por leer tanto o por estrés o yo que sé, pero ya empezaba a desesperarme.
Sin embargo, acepté ir a una sesión de hidroterapia, de momento mi fobia al agua, se escondió y pude tranquilizarme un poco. No era el viaje ni los nervios por la carrera lo que me tenía ansiosa, era mi pesar por no estar con mi hija cuando estaba conociendo a las princesas del espectáculo de Disney sobre hielo que ella quería ver, ni pude acompañarla en su primera visita al Papalote Museo del Niño conociendo a su personaje favorito, Dora la Exploradora. Perderme ese momento tan importante para ella, me daba tristeza. Sin embargo, mi coco wash que desde que tuve a mi hija me persigue, ese que me dice que ¿quién dijo que correr fuera fácil? y que en mi caso y en esos momentos, a veces correr, duele.
Pensé que todos tenemos sueños y que el mío estaba justo en Bogotá, donde iba a cumplir un reto. Mi objetivo era asistir al Tour Mi Ciudad que adidas hizo para encontrar cuál es la ciudad más rápida de Latinoamérica a través de corredores representantes de cada país participante: Perú, Colombia, Argentina y Brasil; y de paso, enterarme por qué la Media Maratón de Bogotá tiene el Gold Label por la IAAF, y si era posible, romper mi marca en 21K. El sábado anterior a la carrera compré aspirinas, me tomé dos y me dije «basta ya, si sigo así la cabeza me va a reventar». Al siguiente día me paré en la meta que fue en el Parque Simón Bolivar, llegué una hora y media antes, me sentía como en el Maratón de Nueva York cuando esperaba mi salida. Voy al baño y me encuentro con uno super limpio, con papel y ¡gel para lavarte las manos! Había comido un Gerber de manzana, un café negro y mi dosis de Nuun con un pan de coco ¡vaya mezcla! De pronto los elite invadieron los corrales, procedentes de Estados Unidos, Kenia, Marruecos, Zimbawe y hasta Rusia, pero no, no había mexicanos. Acompañada por Carlos y Margot de Soy Maratonista y algunos integrantes del equipo adidas y de los Super Runners, salimos corriendo.
Empecé a correr 300m antes de la línea de salida y mi cronómetro cuenta desde ese momento. Llevé un Timex Ironman Sleek 150 laps que últimamente he estado probando, no tiene pulsómetro pero me dice a cuántos km/h voy corriendo. La salida fue intempestiva, la gente salió como loca, empujando. El trayecto fue difícil, sólo columpios, subidas y bajadas pronunciadas, entre el km 6 y 9, una lluvia intensa me empapó y yo quería tomar fotos pero no podía echar a perder mi iphone. Siempre me fijo en los tenis que llevan los corredores y esta vez veía ¡hasta zapatos de vestir! En los primeros 5K mis piernas me pesaban, me había puesto mis calcetas de compresión Zensah, esas rosas chillantes que tanto me ayudan cuando mis piernas se inflan. «A este paso y con este esfuerzo, seguro llego en 2:20, total, ya estoy aquí». En el fondo pensaba que la altura era un reto y que si lo superaba estaría más que feliz, sí, eran 2600 msnm. Seguí mi ritmo, hice kms entre 4:43 y hasta 6:48 min. En el km 10, después de la lluvia sentí como si renaciera, se aceleró mi paso. Saqué mis Sport Beans que bebo con mucha agua, ¡tenía una sed! La gente me pregunta: «qué es eso» y les explico. Servicio médico cada 3-4kms, puestos de hidratación muy completos cada 3km (vasos de Gatorade y bolsitas de menos de 100 ml de agua muy prácticas).
Me impresionó la civilidad de los colombianos, todos respetando los límites, las vallas, las cintas de precaución y no, ni un coche se cruzó a mi paso. Lo mejor es su carisma, su don de gente, su educación, su amabilidad. «Vamos, ahuevaaa», «arriba las mujeres», «vamos señora», «vamos huevon», «no vea el reloj, usted corra»….tantas y tantas palabras de aliento que me sacaron miles de sonrisas. Ustedes no saben lo que significió que esa gente me dijera tanta cosa, allá no hay muchas mujeres corriendo, yo era de las «raritas» y su apoyo fue increíble. Había publicidad pero nunca fue invasiva, buena señalización y mantas con mensajes de aliento. Las bandas colombianas a todo lo que daban, ¡que ambiente! Un ambiente tan latino que por momentos olvidamos. En los últimos kilómetros ví al fondo la rueda de la fortuna del Parque Simón Bolivar y la banda musical a todo lo que da. «Cierra, cierra», me digo. Yo había asegurado que iba a hacer 2:10 después dije que 2:20, al final, mi reloj cronometra 2:03 en 21km pero todavía veo que falta «un chingo» para la meta. ¿Será que mi reloj marcó mal, será que la ruta no estaba bien?…al final siempre hay un margen de error permisible en la medición de la ruta. Da igual, bajé mi tiempo otra vez y eso me hace feliz. Llego a la meta esperando encontrar un kit de recuperación como los que dan en México, no, no hay, sólo medio vaso de Gatorade que tomo de un sorbo, no puedo pedir más, sólo te dan uno. Necesitaba agua, no hay, sólo una bolsita de 100 ml, al final pido dos. ¿Y mi manzana y mi plátano? No hay. Me entregan mi medalla envuelta en una liga. Por fin me encuentro con mis amigos adidas, hago mis estiramientos, una foto y listo. He cumplido con mi sueño: bajar el tiempo ¡y en Bogotá!.
Estoy a 8 semanas del Maratón de Berlín, mi siguiente objetivo. Gracias a adidas por la invitación, a mis coaches por estar ahí, a mi nutrióloga Mariana Camarena, a mi familia, amigos pero sobre todo a mi hija, que cuando llegué a casa, pidió mi número de estos 21K (que muy raras veces guardo, siempre los tiro), se lo puso en su cintura y sólo me dijo: «Ahora quiero correr como tú» y se fue detrás de sus perras.
Siempre recordaré esta Media Maratón, aquí se me ocurrió lanzar www.syc.gmkweb.com
Publicado el 31 de julio de 2012