Esta creencia no se ha demostrado completamente, pero su fama proviene de los años 80 cuando se explicaba que la fruta debía comerse por las mañanas, ya que si se hacía después de comer, se digerían de forma más lenta y esto provocaba que se fermentaran en el sistema digestivo junto al resto de alimentos, con lo cual se generaban más azúcares.
Sin embargo, se recomienda su consumo por las mañanas y entre comidas, ya que proporcionan una buena mezcla de agua, fibra, minerales y vitaminas para aprovecharse durante el día y ayude a los procesos metabólicos.
Una corredora debe consumir de 3 a 5 frutas diarias. Si ves que al consumirla por la noche tu estómago se inflama o te provocan gases, es mejor que la comas por la mañana, pero eso sí, nunca dejes de hacerlo. La fruta es básica en la vida de una corredora.