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El uso de dietas hipocalóricas para perder peso y mejorar el rendimiento deportivo entre las mujeres atletas, puede ser un posible factor desencadenante de trastornos de la alimentación. De acuerdo con la cuarta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales (DSM-IV), se considera como trastorno de la alimentación (TA) a cualquiera de las 3 siguientes condiciones: anorexia nerviosa, bulimia nerviosa o trastorno de la alimentación no especificado.

Todas se consideran enfermedades psiquiátricas que se caracterizan por emociones y conductas extremas en relación con la alimentación y la imagen corporal. Para que un sujeto se diagnostique con cualquiera de estas patologías, debe cumplir con todos los criterios establecidos por el DSM-IV.

Según los resultados de una gran variedad de cuestionarios y entrevistas, existe un amplio rango en la prevalencia de estos trastornos tanto en mujeres atletas (1-70%) como en hombres atletas (0-57%); sin embargo, es más prevalente en mujeres y generalmente se presentan más en los deportes estéticos donde el control de peso es muy importante, incluyendo gimnasia, patinaje artístico, nado sincronizado y deportes de resistencia.

Se ha demostrado que pueden afectar en mayor medida a los atletas que al resto de la población. Hay diferentes factores que predisponen, apresuran y perpetuan los TA en atletas. Estos incluyen:

Herencia, dinámica familiar, cultura o ambiente en el que crecieron o en el que viven.

Presiones para perder peso por parte de los entrenadores, familia o autoridad; combinado con una falta de orientación para la pérdida de peso.

• Que el/la atleta quiera mejorar su rendimiento y que al observar una mejora inicial quieran seguir bajando de peso.

• Retroalimentación positiva de la pérdida de peso por parte del entrenador, compañero o padres, para que se incite el TA.

• Periodos prolongados haciendo dietas.

• Empezar el entrenamiento de un deporte específico a una edad muy corta.

• Aumentos repentinos en el volumen de entrenamientos.

Estrés, traumas, lesiones y enfermedades.

La mayoría de las atletas experimentan síntomas subclínicos de acuerdo con algunos estudios realizados; esto significa que presentan una patología seria en términos de sus hábitos de alimentación y peso corporal, pero no para considerarse un trastorno alimenticio como tal. De esta forma, Sundgot-Borgen (1994), describe una variante subclínica de la anorexia nerviosa, a la que se refiere como “anorexia atlética”, donde la característica principal es un miedo intenso a ganar peso o a engordar, aunque la persona pese sólo 5% menos del peso esperado para su edad y estatura.

Efectos en el rendimiento deportivo:

Los efectos van a depender de qué tan severo es el trastorno y del tipo de deporte (requerimiento predominante para fuerza, potencia, resistencia o habilidades motoras). En la anorexia nerviosa, una pérdida gradual de peso puede aumentar el consumo máximo de oxígeno al principio. En esta etapa inicial, el cuerpo se adapta y utiliza las reservas de lípidos y ciertos minerales (ej.: hierro) y vitaminas. Al inicio, el rendimiento no se ve afectado por cierto tiempo (entre 3 a 6 meses, incluso hasta un año, dependiendo el grado del trastorno). Pero el rendimiento de resistencia puede deteriorase antes si los niveles de glucógeno en músculo e hígado se encuentran bajos, ocasionando en el atleta fatiga, pérdida de masa magra, pérdida de fuerza y potencia, disminución en la resistencia y aumento en el riesgo de lesiones.

La deshidratación es muy común tanto en anorexia como en bulimia nerviosa, la cual puede afectar las habilidades motoras, la coordinación y el rendimiento debido a que perjudica la termorregulación durante ejercicios, sobre todo en climas calurosos.

Los atletas que experimentan TA pueden tener bajas las reservas de glucógeno, estar deshidratados o tener un desequilibrio electrolítico, por lo que puede afectarse su rendimiento en ejercicios de resistencia de alta intensidad.¿Cómo se detectan?

Una medida muy buena para detectarlos es la Prueba de Detección Fisiológica (Black et al 2003), donde se analizan 4 mediciones fisiológicas (% grasa corporal, índice cintura-cadera, presión sanguínea diastólica de pie y agrandamiento de la glándula tiroidea) y 14 preguntas de autoreporte donde se miden síntomas físicos (por ej.: mareo, inflamación abdominal/cólicos, disfunción menstrual), comportamientos y cogniciones (por ej.: ejercicio excesivo, insatisfacción de figura corporal, esfuerzo por perder peso).

Prevención y Tratamiento

1) Restar importancia al peso y la composición corporal: Quitar el concepto erróneo de que reducir el peso corporal invariablemente lleva a una mejora en el rendimiento.

2) Disipar los mitos nutrimentales y promover conductas saludables de alimentación: Proporcionar información nutrimental apropiada y guías que promuevan un rendimiento y salud óptimo.

3) Reducir el estigma de los trastornos alimenticios: Hacer sentir cómodo al atleta para que pueda sentir confianza para hablar de su problema de alimentación.

El medio más eficaz para la prevención y tratamiento de los TA, es educar a los atletas sobre los riesgos que pueden causar en la salud y asesorarlos para que adquieran buenos hábitos de alimentación. Es muy común que sientan un miedo irracional para admitir (incluso a ellos mismos) que tienen un problema, por eso es sumamente importante realizar un pronto diagnóstico, ya que estos trastornos son más difíciles de tratar conforme pasa más tiempo.

Debido a que la depresión es un síntoma muy común en los atletas con trastornos alimenticios, es esencial el trabajo multidisciplinario donde participe un médico, un nutriólogo y un psicólogo, para abordar adecuadamente cada problema e ir resolviéndolo por partes.

LN Adriana de la Parra

Asesora en Nutrición Deportiva GSSI México